Domingo de Ramos
El relato de la Pasión nos pone ante el
escenario mismo de la vida, la vida es una Pasión, porque si en cierta medida
si no padecemos no hay redención alguna. El evangelista Mateos nos relata la
existencia de diferentes personajes; están los que lo buscan a Jesús, los
curiosos que van a ver un espectáculo, están los amigos que miran de lejos,
esta María Santísima, Juan, María Magdalena, la otra María, están las mujeres
que lloran por la suerte que le toca correr, está el Cirineo, la diversidad de
personaje es elocuente, pero no hay nada más parecido a la vida misma.
Espectáculo
Espectáculo,
Curiosos, muchas veces sucumbimos a esta tentación en la vida misma por ejemplo;
el espectáculo que damos cuando en un velorio vamos y delante del cuerpo le
decimos;
- ¡te amo! ¡Te quiero!
Pero no tuviste
la capacidad de decirlo antes cuando estaba vivo. ¡Espectáculo! “si me quieres
dímelo… si me quieres déjame que me dé cuenta” Que importante seria dejar ese
espacio de espectáculo para tener una vivencia profunda de la Semana Santa , “nadie
se da cuenta de lo perverso que puede ser hasta que se decide verdaderamente
ser bueno” “el que dice que ama a Dios
pero no ama a su prójimo es un mentiroso” que Dios nos de la audacia de no
dejar la vida pasar… es vital amar y dejarse amar, es necesario reconocer los
errores hacernos cargo y pedir perdón… antes que andar evadiéndonos, en
definitiva haciendo espectáculos, con esto y con aquello, todavía estamos a
tiempo…
Lo seguían muchas mujeres
El evangelista
pone acento o más bien nos devela algo que pasa totalmente desapercibido, la
mujer es fuerte, soporta más la cruz, los sufrimientos, tiene una capacidad un
don para resistir el dolor, cosa que el hombre no la tiene. Que fuerza tienen
las mujeres, son más interiores, saben de la vida, porque fueron creadas por
Dios para llevar la vida en su vientre, por lo tanto, todas las mujeres tienen
este don, aun las que son solteras o nunca tuvieron hijos, en las mujeres Dios
deposito la gracia de ser sagrarios de la vida. Nosotros los hombres debemos
aprender mucho de ellas, tenemos que hacer que no sufran tanto, por ahí somos
muy severos, brutos, torpes, ya sea con nuestro mal humor, nuestras faltas de
agradecimiento por un plato de comida preparado con tanto amor o una palabra
despectiva que para nosotros pasa desapercibida, pero que a las mujeres le
desgarra el corazón, tenemos que cuidar a las mujeres y no hacerles pagar los
platos rotos como reza el dicho popular. Que fuerzas tienen las mujeres, que
fuerza tienen para soportar el dolor, para cargar la cruz.
Todavía el
hombre no aprendió a valorarlas… en todo caso yo aprovecho y les pido perdón.
¡Emprendamos con
alegría el camino de la
Semana Santa !