jueves, 17 de abril de 2014

el Estilo de Dios: la compasión

Viernes Santo

Al contemplar a Jesús en el huerto de los olivos descubrimos que la vida es una lucha… que se gesta en la oración, me llama mucho la atención ver a los Apóstoles dormidos, duermen, el Señor lo reprende

-¿Por qué duermen?

El Señor en la noche del huerto necesitaba del consuelo humano, pero sus apóstoles dormían, lo mismo nos pasa a nosotros cuando nos dormimos indiferentemente al dolor del otro.

Miremos a Cristo el Hombre del Silencio:

Un mundo que teme al silencio y vive ensordecido por tanto barullo. Una de las grandes agresiones del tiempo en que vivimos es precisamente esto: hacer desaparecer el silencio, hacerlo callar. Se tiene la impresión que el hombre de hoy viva mejor en medio del ruido ensordecedor
El silencio da miedo. No deja dormir. Provoca escalofríos. El silencio no se identifica de una manera absoluta con el mutismo y la supresión del ruido, no tiene que ver con eso. El verdadero silencio no es nunca una actitud egoísta. El silencio egoísta o cobarde es la máscara horrible de la prudencia mal entendida, del cálculo, de no comprometerse, del deseo obsesivo de no tener problemas, el quedar bien, lo políticamente correcto una frase muy usada en nuestros días, también es el miedo de ponerse con la parte más débil, la incapacidad de tomar posturas contra la injusticia.
El verdadero silencio es fruto del coraje... silencios santos más que costosos, para no herir, ni humillar. Es el silencio "sacrifical" de Cristo en la Pasión, frente al escarnio, la calumnia, las acusaciones injustas.
En la medida que crezcamos en silencio vamos a crecer en oración, ya que algunas veces hablamos, hablamos, pedimos, pedimos y no escuchamos a Dios.

Cristo el Hombre que se compadece


El Señor nos invita a ponernos detrás de Él, escuchemos profundamente esa llamada, todos somos los amigos de Jesús, porque somos el pueblo de Dios. Este ponernos en marcha es una invitación a vivir el estilo de Jesús, nosotros venimos seguramente marcados por el dolor del sufrimiento, del abandono, el dolor de la frustración, el dolor por lo que yo sufro o puedo sufrir en carne propia, o por ver que no puede emprender el camino de la vida con entereza, quizás muchos hacemos como propia la aclamación del Salmo:
Dios mío, Dios mío, ¿porque me has abandonado?

Si sos Madre Soltera, no te sientas excluida, si tu Matrimonio se quebró, no te sientas excluida, se no encuentras trabajo por tu edad avanzada, espera en el Señor no te sientas excluido, Nadie puede sentirse excluido,  quizás alguien pueda decir; pero yo soy pecador, no importa que se grabe en el corazón lo que Jesús rezaba en la Cruz,

- Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.

Esa expresión sostiene nuestro camino de renovación interior.

Venzamos resentimientos, la vida merece vivirse. La vida debe vivirse según el estilo de Jesús, que no es otra cosa que dejarnos mirar por Cristo, para vivir el estilo de Jesús y así pasar de una actitud egoísta a una actitud generosa,  ¿cómo hacerlo? En el relato de la Pasión me parece que hay como dos grupos bien definidos; los Incapaces de Compadecerse; los Sacerdotes del Sanedrín, Herodes que lo ridiculiza, incluso las autoridades romanas que se burlan en la cruz, el mal ladrón. Y por otra parte están los que tienen capacidad de compasión; Jesús que se compadece de las mujeres de Jerusalén, el Cirineo, el buen ladrón que reconociéndolo se compadece del Señor, y Jesús de nuevo que se compadece de todos nosotros en el buen ladrón y a todos nos dice; que si somos capaces de compasión, hoy estaremos con El en el paraíso.
Todos sentimos la tentación de encerrarnos en nosotros mismo, el egoísmo, el dolor, este clima de alta competencia, todos estamos llamados a dejarnos mirar como el buen ladrón. Tenemos que ir al paraíso con esa capacidad de compasión, de no sentirnos solos, de no sentirnos únicos y excluir, sino de ir con el otro, con el que sufre, porque eso nos hará a nosotros capaces de experimentar la compasión de Jesús.

Cruz

Por último como todos los Viernes Santos les traigo testimonios de jóvenes que luchan por salir del flagelo de las adicciones…  solo contemplemos… el dibujo de un joven al que se le pide que retrate como esta en el presente y como se ve en el futuro… solo contemplemos…


Tener una Cruz es un privilegio, es un honor… porque tuvo que existir una CRUZ para darle sentidos a las demás cruces, a la tuya y a la mía, que misterio más grande… volvamos a nuestra Familia y tomemos en serio la vida Familiar, recuperemos el sentido de una Cruz fecunda, el mundo sufre y este sufrimiento tiene que ver con nuestra incapacidad de apostar por la familia, les pido por favor no dejemos nuestra familia para servir en nuestras comunidades, porque el amor primero comienza por el hogar, no descuidemos los vínculos... nuestros hijos, esposos y esposas, nuestra familiares también sienten la necesidad de ser servidos por ustedes, Familias más bien emprendan el viaje... y cuando llegue el momento serviran juntos, porque Dios está en nuestro hogar y por ahí pensamos que está afuera.


Sobre el Calvario, se observa, no se razona. Se contempla. Se aprende. “El Verbo se ha hecho carne”. El es la palabra de Dios, pero es precisamente aquí cuando nos habla en forma más elocuente. Cristo sobre la Cruz nos anuncia en silencio lo que Dios ES y HACE.  El Calvario se transforma, por lo tanto, como suprema manifestación de Dios, su Cruz como la más alta cátedra que existe en el mundo.
Es evidente que nuestro conocimiento de Dios será tanto más profundo y completo si vamos al Calvario no como espectadores, sino como protagonistas; si no nos limitamos a contemplar la cruz, sino que nos acostamos sobre ella. La pasión es un drama de muerte y de vida que personalmente es revivido en la propia vida, en la propia carne.