lunes, 26 de diciembre de 2011
nacimiento
“…Noche anunciada noche de amor…” Dios nos sorprende en la mirada y el llanto de un niño.
¿Por qué Jesús se hizo un niño? Porque vino a salvar a los hombres. Contemplemos a este misterio. ¿Como lo hace?
“María y José no encontraban lugar, no encontraban posada, luego de mil puertas tocar llegan a una cueva donde al fin el niño pudieron recostar”
En la lógica de Dios, siempre está el amor, hasta el extremo de hacerse hombre y dar la vida. Cuando Jesús quiere reconstruir la historia del hombre, el lugar, el escenario siempre es un jardín, un huerto, un pesebre, un sepulcro. En definitiva siempre está el signo del jardín; en el edén, en el huerto de Getsemaní, en el huerto del sepulcro, en el huerto de un pesebre. Contemplando este signo, abramos el corazón… seguro que a vos y a mí se nos representan el corazón como un jardín, como una cueva, todavía existen egoísmos, miserias, pecados, frialdad espiritual… pierde el cuidado, deja todo temor, y deja que Dios nazca en tu corazón.
Justamente Dios se hace Niño, para ser humilde, para hacer silencio y para confiar. Ese es Dios. Sembremos estas actitudes.
Humildad
El Rey de los Reyes, el más grande se hace el más humilde. Dios se hace hombre para que seamos más humanos, para que nuestro corazón sea de carne. Dios asumió la condición del hombre, menos en el pecado. Este niño que luego crecerá y será adulto se alegrara y dará gracias a Dios por haber revelado el reino de los cielos a los pequeños. Justamente este Niño, Jesús nos da una gran lección.
El hombre por lo general, para encontrar a Dios quiere subir… Dios, quiere bajar…
La forma de ser de Dios pone en crisis nuestra forma de ser hombres.
Nosotros queremos mirar desde arriba, Dios se hace niño, nos lava los pies, se pone desde abajo
Nosotros queremos oro, Dios nos ofrece renacer, vida nueva, cruz.
El estilo de Dios es generoso, el estilo de Dios es la humildad.
Silencio
Nuestra época no es muy amiga del silencio, es más bien amiga de las muchas palabras. Y cuando uno se acostumbra a recibir muchas palabras, pierde la palabra su sentido, pierde la posibilidad de recibir los grandes mensajes. Repetimos tantas cosas, escuchamos tan distintos maestros, se abunda en palabras y nos quedamos vacíos. Es importante saber guardar silencio para encontrarnos con los demás en la casa, para hablar en el corazón del matrimonio y de la familia, de nuestros amigos, para bucear en las profundidades.
En la Liturgia, el silencio ocupa un lugar importante, para contemplar. Como por ejemplo; el de la introducción al acto penitencial, o en la oración de la Asamblea. Se sugiere también el silencio después de la homilía, y la Plegaria Eucarística se acompaña con el silencio. Durante la elevación se debe guardar silencio la Jaculatoria: “Señor mío y Dios mío” no corresponde, que sea dicha en voz alta porque debe dominar el silencio, como domina el silencio las grandes cosas de Dios. También después de la comunión, estamos invitados al silencio.
El silencio permite que el corazón se vacíe, da espacio para el eco. Una habitación llena de muebles y de gentes, no posibilita el eco. El silencio permite ver y escuchar. Tenemos que guardar silencio, porque la palabra se gesta en el silencio. ¿Porque siempre tenemos que opinar de todas las cosas? Contemplemos a San José, es el hombre justo, es el hombre del silencio. Miremos a María, es la mujer que calla, solo tiene una palabra dirigida a Dios; el magníficat y otra palabra dirigida a nosotros “hagan lo que él les diga” contemplemos nuestra familia; Por ejemplo, las madres: a veces los hijos somos rebeldes, nos quejamos, les queremos enseñar incluso… y ellas guardan silencio y nos esperan, esperan que crezcamos y después nos damos cuenta de que son muy sabias. Tenemos que recuperar el valor sapiencial del silencio.
Confiar
El Señor se nos entrega como un Niño. Nadie confía más que un niño, que cree todo. Así es Dios con el hombre, nadie confía más en nosotros que nuestro mismo Dios. La navidad es la reiteración anual, de ese mensaje de Dios.
“Confío en Ustedes”
Por eso podemos empezar de nuevo. ¡Qué desafío de parte de Dios para cada uno de nosotros! ¡Cuánto valemos! Si, Él vuelve a confiar, porque vuelve a nacer en cada uno de nosotros! No miremos para otro lado.
Hay una actitud que me llena de gozo, es la que precede a las anteriores.
La alegría de la Navidad empieza a sentirse muy hondo en el corazón. “Muchas personas esperaron y no pudieron ver, muchas personas esperaron oír y no oyeron” lo que nosotros vimos y oímos.
“No teman, les anuncio una gran alegría, que lo será para ustedes y para todo el pueblo, les ha nacido un hoy en la ciudad de David, un salvador, un Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal, encontraran un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Lc 2, 10-12”
Ver a los niños disfrutar de la presencia de sus Padres, nos renueva a todos la esperanza, contemplemos al Niño Dios, a Jesús, el se asombro de ver a María y de ver a José, con el asombro del niño. Que nos de la capacidad de asombro.
Los angeles cantaban y danzaban alegres “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que aman al Señor”
Que podamos esta noche, ser para los otros, para los demás un canto de Navidad, hagamos la prueba. Feliz Navidad