Juan no narra la Institución de la Eucaristía sino cuenta y describe el marco que permite descubrir el sentido de la Eucaristía, Dios que sigue dándose y sirviendo, Dios que sigue haciéndose esclavo de los hombres, para poder ser amigo de los hombres, ya que el signo de lavar los pies en aquella época era propio de un esclavo, Jesús se despoja de sus vestiduras, se ciñe la cintura y se pone a lavar los pies.
Aquél que es la fuente de la libertad se hace esclavo para que yo pueda ser libre, para que el hombre pueda ser libre. No hay otro camino de libertad que no sea el aprender a disponer de nosotros para servir a los demás.
Tenemos y me incluyo, tenemos que aprender a servir, si, aprender a servir, porque muchas veces creyendo servir, dejamos de lado el verdadero servicio que se gesta en casa y en uno mismo.
A la Iglesia, en cada una de sus comunidades, le toca aprender y testimoniar este servicio de Dios. ...un Dios que nos lava los pies... lo repito tenemos que aprender...
¿Donde podemos descubrir este servicio? Se me viene al corazón mi Madre, nuestras Madres son un ejemplo de servicio de lavar los pies desde la casa.
Toda mamá tiene un disco rayado (repite siempre lo mismo), “Pórtate bien”, “Péinate”, “Límpiate los zapatos”, “Cuidado”, “Anda a dormir”, “Vení rápido de la escuela”. Esto nos repiten todos los días.
Cuentan que La madre del Padre Hurtado quedó viuda y tuvo que educar a sus hijos sola. Tenía un gran sentido social que lo manifestaba atendiendo los fines de semana a los ancianitos y a los enfermos. Ella también tenia un disco rayado con Alberto se lo repetía todo el tiempo:
“Hijo, Dios nos ha dado dos manos, que sirven para juntarlas rezando o para abrirlas sirviendo”
y se lo repetía una y otra vez. Ahí aprendió el Padre Hurtado el camino de la santidad, en el seno cordial de su madre, en su hogar, en el rezar juntos de casa y en el servir con su mamá en los hogares de ancianos. Ese corazón dócil al Señor, se fue haciendo capaz de una generosidad sin límites, de una alegría entusiasmante. Hoy su vida constituye un desafío para muchos sacerdotes y para muchísimos cristianos. El aprendió este estilo en el hogar. Y luego creó los “hogares de Cristo” que se extienden por todo Chile.
Las patotas ¿Qué son? No seran el grito de nuestros jóvenes, diciéndonos -¡eh ténganos en cuenta, mírennos! - y como no encuentran a Papa ni a Mama, se entregan al caudillo del grupo.
Todos debemos reaccionar con una fuerte dosis de esperanza frente a una sociedad que nos muestra a muchos chicos sin esperanza; reaccionar poniéndonos a lavar sus pies. ¿Qué quiere decir esto? Enseñar a los jóvenes que vale la pena vivir con el testimonio de nuestras vidas, vale la pena ser de CRisto. Si nosotros, mayores, ponemos el corazón sólo en el aparecer, en querer sobresalir sobre los demás ¿qué le podemos decir a los chicos?. Si nosotros creemos que la vida vale sólo cuando se triunfa ¿qué le podemos decir a los chicos?. Si nosotros no aprendemos a ser uno con el hermano aceptando sus diferencias, aceptando que la vida es un regalo, un don, si nosotros estamos convencidos que la vida acaba en la muerte y por lo tanto no creemos en Jesús ¿qué le podemos transmitir a los jóvenes? ¿Cómo los vamos a catequizar?
¿Que significa lavar los pies en tu comunidad?
Quizás signifique, escuchar, saludar al que no saludo, enfrentar un resentimiento, perdonar un dolor en el alma que probablemente sea injusto, seguro que significa consolar, decirle al otro sos importante para mi.
Nada mas bello que el Amor y que es el Amor, si no es lavar los pies... Si no descubrimos que el Amor es la primera y ultima palabra, si no lo descubrimos, ¿para que vivir?