Para
ser verdaderos pastores que conducen a otros, debemos aprender primero a ser
buenos seguidores. Jesús antes de revelar que es el “Buen Pastor” es revelado
como el “Cordero de Dios” que escucha al Padre y obedece al Padre antes de
revelarnos que hacer.
No
quiero decir que siempre suceda así pero para ser buenos padres ¿no fuimos
buenos hijos? ¿Podemos enseñar a los demás sino aprendimos de los otros? ¿Hasta
dónde podemos amar si no hemos sido amados?
Sígueme
los discípulos son llamados a aprender
de Jesús, a descubrir poco a poco quien es, su visión del amor y quiénes son
ellos. No siempre saben hacia donde los está conduciendo, pero confían en El y
caminan con El.
Hans
Urs Von Baltasar decía que en griego, el verbo seguir no solo significa
“caminar en las huellas” del maestro sino también “acompañar” “estar con”. En
el antiguo testamento los profetas eran elegidos por Dios y enviados
inmediatamente. Su llamado era ser despedidos. Su misión era clara desde el
principio.
Cuando
Jesús llama quiere primero formar el corazón, las actitudes, de modos que se
conviertan en buenos siervos y luego enviarlos a la misión.
Es
verdad que hay dificultades y peligros. Podemos quedar atrapados en nuestra
necesidad de poder espiritual, buscando protegernos a nosotros mismo, olvidando
la compasión y la humildad de Jesús. Por ese motivo antes de enviar la misión,
Jesús quiere que estemos con El, que permanezcamos con El y así volvernos su
amigo, para que no tengamos que anunciar una teología o una doctrina sino una
persona; JESÚS. Una persona que ama, una persona con la cual tienen una
relación viva, una persona que está transformando nuestras vidas.
Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.»
Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos;
pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro dijo: «Sígueme.» El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi
padre.»
Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a
anunciar el Reino de Dios.»
También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de
los de mi casa.»
Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es
apto para el Reino de Dios.»
Lucas 9, 57-62
En
este pasaje del Evangelio se presentan tres personajes muy concretos,
identificados por los verbos; “te seguiré” “sígueme” y de nuevo “te seguiré”.
Los tres necesitan saber bien que significa ¿Que significa seguir a Jesús? La
respuesta de Jesús es muy radical:
Al primero le dice que muy bien, pero el hijo
del hombre no tiene ni “donde reclinar
la cabeza”.
Es
decir tendrá que fiarse de Jesús para seguirlo. Querido Fray “Perro” Alberto,
confía en Jesús el buen Pastor, te conducirá y cuando no veas… mira su cayado
“Aunque pase por el valle más oscuro… tu bastón y tu cayado me infunde
aliento… Salmo 22,4.
Al
segundo le dice claramente que si quiere seguirlo corte con el pasado y anuncie
el reino de Dios. Jesús le está diciendo; mírame a Mí. Yo te elegí, deja tu
pasado, adelante, deja de pensar y mirar tus debilidades ¿Acaso piensas que no
las conozco cuando te llame?, yo soy tu fuerza, yo soy el Señor, Yahvé.
Al
tercero, en la misma línea, le dice que deje la familia a un lado porque no se
trata solamente de querer, sino de actuar.
Querido
Fray vas a dar un paso importantísimo en el seguimiento a Jesús, desde la
distancia con el corazón feliz y renegando un poco por no poder estar allí, El
Padre Justo diría: “recordar que el misterio de la unidad es invisible, pero es
mucho más real que la multiplicidad”, te saludo, rezo mucho “con acciones de
Gracias” y te digo gracias por todas las
enseñanzas que nos regalaste y por las oraciones.
Como
le dije en aquella oportunidad en el reencuentro con el Padre Justo, ¡Eres un
buen Perro! ¡Eres un ejemplo de Santidad!
Jesús
te envía… para que anuncies el Reino del Padre a los últimos, a los pobres y
débiles, a los perdidos y agobiados.
Parte
con alegría, con mucha alegría y en paz.