viernes, 23 de noviembre de 2012

El estilo de Dios es priorizar el amor, el ser esencial


Siguiendo las meditaciones sobre el estilo de Dios, contemplando sus diversos rostros, decíamos que el estilo de Dios es la cruz, el dolor salva. Hoy decimos que el estilo de Dios es prioriza el amor “ser esencial”



A mitad de año me mandaron un mensaje diciéndome; “no te olvides de lo esencial” lo guarde en el corazón, ahora desentrañe un poco el misterio.
En la facultad ya hace bastantes años nos enseñaron en filosofía a distinguir lo esencial de lo meramente accidental. Lo esencial es lo que la cosa hace que sea y lo accidental es aquella cualidad que puede o no estar.

¿Qué es lo que la Iglesia la hace ser la Iglesia de Jesucristo? Lo mismo podríamos decir en una comunidad. ¿Qué es lo que la hace ser comunidad? ¿Qué es lo que hace que seamos amigos?
¿un templo? ¿grupos parroquiales? ¿las actividades? ¿las campañas?

Es la comunidad de Bautizados que vive según el Evangelio y Celebra los Sacramentos. Esta es la Iglesia de Jesucristo, mientras que las otras cosas pueden estar o no, puede destruirse el templo, pueden cambiar al sacerdote, puede cambiar el grupo. Eso no modifica la esencia.

Cuando uno necesita discernir debe recoger que es lo esencial de lo accidental, aquello que puede estar o no, que puede cambiar o no.

El Estilo de Dios es enseñarnos a vivir en esta lógica del amor, entre lo esencial y lo accidental.
El discípulo de Juan, llega “escandalizado” porque otros estaban evangelizando en nombre de Dios y va contarle a Jesús buscando que El reaccione, pero Jesús le responde:

- ¡Quien no está contra nosotros, está con nosotros!…

Los límites del reino son muchos más extensos de lo que nosotros pensamos, va mas allá de nuestras estructuras, va mas allá de nuestro apetito de poder, va mas allá de nuestra prudencia, va mas allá… donde el hombre no puede, allí es donde Dios empieza a poder.

Pero el Señor no se queda con eso, sino que nos sigue enseñando…

¿Qué es lo que debe ser una piedra en el zapato del discípulo e inquietarle profundamente el corazón?
Es cuando nosotros nos volvemos en ocasión de pecado y piedra de tropiezo para otros. Más aun cuando ese otro, es pequeño, es frágil, es de conciencia débil, cuando damos mal ejemplo, cuando faltamos a la caridad, es eso lo que debe escandalizar al buen cristiano, el verdadero escándalo es el pecado que pasar inadvertido y se instala como un cáncer, que oxida a nuestra comunidad, en el interior de nuestras Familias, en el interior de nuestro corazón y lo va carcomiendo hasta logra derribar por completo nuestra naturaleza de hijos de Dios.

Son muy duras las palabras que usa el Señor

“Hay de aquel que es ocasión de escándalo con algunos de estos pequeños, más le valdría que le atasen una piedra de moler y lo arrogasen al mar.”
Ser causa de escándalo, ser ocasión de pecado, es aquello que nos hace perder las fuerzas, para anunciar el evangelio y decir “el reino está presente aquí en la tierra”

¿Cuántas veces nuestros grupos se quedan discutiendo de lo meramente accidental? Quien da la enseñanza? quien habla? quien hace esto o aquello?, yo le tengo que decir, lo voy a corregir, nosotros estamos primeros, se debe respetar la autoridad, y tantas cosas más que pueden ser muy valederas.

- ¡Quien no está contra nosotros, está con nosotros!…
  
Y así nos volvemos cerrados, simplemente mediocres y sembradores de mediocridad. Piedra de tropiezo para aquellos que quieren crecer y ser mejores cada día y sin embargo “creemos estar en el grupo ejemplar”
Quizás podemos preguntarnos cuantas veces nuestra Familia, olvidando su esencia, es contaminada por la competencia de los esposos y la falta de dialogo por rencores inmemorables entre hermanos o resentimientos generacionales y que ya ni sabemos porque… pero están ahí. 
Cuantas veces los Padres se cierran al amor de Dios y no permiten que los hijos busquen al Dios verdaderos, sin embargo siguen con la conciencia tranquila creerse ser religiosos.

Cuantas veces nuestro corazón a olvidado lo esencial dejándole lugar al odio, al rencor, al deseo de venganza, a cuantos hermanos no hemos dejado hablar y hemos matado con nuestra indiferencia, hemos destruido su buena fama haciendo prosperar criticas fundadas o no y lo peor es que "seguimos con la conciencia tranquila creyéndonos dignos de exaltación."

A todas estas acciones es la que el Señor llama a la conversión. El nos enseña a dejar aquellas cosas que son accidentales y que tanto daño hacen al corazón del hombre.

Hace poco me contaron que en una Parroquia había 2 señoras que se encargaban de los arreglos florales, una el Sábado la otra un Domingo. Estas señoras se pelearon porque en la fiesta de Corpus Cristi una quería poner flores rojas por la sangre de Cristo y la otra flores blancas por la pureza de la Eucaristía. (¡por favor!) No podían trabajar juntas y no tan solo esto, sino que cada una formo un grupo en contra de la otra.
Que doloroso error podemos cometer, en el afán de querer honrar a Dios, lo negamos, no lo reconocemos por nuestra falta de caridad. Que grave error podemos cometer por no querer ceder y renunciar, simplemente por amor a Dios y por amor al prójimo.

Que el Señor no enseñe a renunciar... No perdamos de vista, lo esencial y lo meramente accidental.

Hoy en día cuando nuestras Familias son atacadas sistemáticamente, desde todos los sitios, desde el trabajo, la televisión, desde las leyes, es cuando más tenemos que mirar y apuntar nuestros ojos en aquello que vale la pena y aprender a ceder a renunciar y perdonar.

En momentos como esto no podemos perder el tiempo…  sembrando odio, división, rencor… en nuestra Familia, en nuestra Comunidad, con nuestros amigos, sino que necesitamos sumar fuerzas, sumar UNIDAD, sumar confianza, “necesitamos priorizar el amor”

No olvidemos aquella gran enseñanza, tan bien escrita en el Martin Fierro.

“Si los hermanos se pelean, los devoran los de afuera”

Pensemos… ¿no será que todos los ataques que recibimos como Iglesia, como Iglesia Domestica es decir como Familia, como Comunidad, entre amigos, no será que le hemos abierto la puerta nosotros mismo por nuestra falta de unidad?

Ya está bien, basta de tanto discutir y seguir dando vueltas…

Jesús es claro. El estilo de Dios, es priorizar el amor, y esto se aprende de a poco, desde la mística de la Muerte y Resurrección de Jesús  hoy renuncio a la revancha, gano en amor, hoy renuncio a mi egoísmo, gano en compartir y enriquecerme con los demás, dejemos el exceso de equipaje que son las causas de nuestros males y enfermedades, aprendamos a renunciar: contemplando a Dios que siendo Dios se hizo Hombre.



A todos les pido perdón.