“El que coma mi cuerpo y beba mi sangre, tendrá vida eterna
y yo lo resucitare el ultimo día”
Si a uno le dicen:
-¡aquí está el árbol de la vida, tenemos que ir a China y el
que come de ese árbol vivirá eternamente! ¿Qué haríamos nosotros? Ahorrar de lo
que no tenemos para ir a China.
Y ahora Jesús está diciendo que el que come su carne y bebe
su sangre, tendrá vida eterna y lo resucitara el último día.
Se nos hizo tan común esto de comer su cuerpo y beber su
sangre que pareciera que hoy tendría que venir una nueva efusión del Espíritu
Divino para que nosotros comencemos a gustar esta realidad sobrenatural que
transforma nuestro ser natural en sobrenatural. Justamente para darnos vida
Jesús tuvo que superar 4 obstáculos. El primero fue superar nuestra naturaleza
envilecida. Por ejemplo David fue un adultero. Como estaba envilecida, la
humanidad ya en el viejo testamento podemos ver cómo fue Sodoma y Gomorra, como
Caín mato Abel, como estaba envilecida nuestra naturaleza y Cristo asume
nuestra naturaleza, tu naturaleza y mi naturaleza, esa que estaba embebida por
los 7 pecados capitales y la asumió de tal manera para transformarla. Cristo se
anonado, se hizo nada, para que tu dejes de ser ese hombre vil, perverso y
malicioso y te conviertes en un ser divino y no es un ser divino metafórico
sino consorte de la naturaleza divina, es decir el mayor nombre que puede tener
el hombre es ser hijo de Dios, hijo y heredero de la vida eterna. Yo sé que
esto es mi fuerte. Somos divinos porque Dios nos divinizó y nosotros no nos
damos cuenta de esta realidad porque queremos seguir siendo esclavos de esta
naturaleza vil y perversa, cuando Dios está dispuesto a modelar y hacer una
obra perfecta, el Señor puede decirnos:
-Yo quise y tú no quisiste.
Como el alfarero modela la arcilla, el Señor nos modela en
cada eucaristía para tomar nuestra naturaleza. Por eso vivimos en una
naturaleza de redención. Por eso cuando yo hago algo malo me sorprendo.
Nuestra naturaleza esta enaltecida, esta divinizada y
nosotros nos sorprende cuando tenemos una experiencia sobrenatural, pero ¡si es
lo más natural!
Cuando llamamos al Amado ¿Dónde estás amado? ¿Dónde lo han
puesto a mi amado? el Señor no va salir como Romeo y Julieta, sino el Amado
sale con toques amorosos que nos dicen:
-a ver si te dejas de envidiar, porque eres mi esposa amada mía,
tienes que limpiarte, estas sucia.
Eso es la divinización o ¿qué piensan?
¿De qué hablan los Santos? De las cosas divinas, de las
cosas sobrenaturales. Entonces ¿todo el tiempo tenemos que hablar de Dios? no,
todo el tiempo tenemos que divinizar las realidades terrenas con sentido
celestial.
Por ahí sale el viejo hombre.
El Señor supero nuestra naturaleza vil. Entonces dejemos de
pensar; yo no sirvo para nada, si ya lo sé, yo tampoco sirvo para nada, el que
me hace servir es la transformación de mi naturaleza en una nueva creación en
el verbo eterno de Dios.
La segunda victoria de Cristo es que supero el pecado del
mundo muriendo en la Cruz, destruyo el pecado y entonces hizo surgir el
torrente de vida. Dicen que en el calvario estaba enterrado Adán y el nuevo
Adán hace surgir la nueva vida en el árbol de Cruz, cargo con el pecado en el
mundo y con su Cruz destruyo, fulmino, al pecado y es la Cruz de Cristo, Cruz
Gloriosa, Cruz Victoriosa que ha vencido y destruye el mal y con su redención
en la Celebración del sacrificio de la Cruz en la Santa Misa. Yo soy el pan de
vida el que come de este pan vivirá para siempre
La cena, la Misa y la Cruz son 3 momentos distintos de un
solo acto salvífico.
Cristo supero nuestro individualismo, el nos hizo Iglesia, Jesús sigue actualizando este misterio de amor, por eso
tenemos que comulgar con una fe viva, porque Cristo destruyo ya en mi la
naturaleza vil y el que come de mi cuerpo superará la debilidad. Como le llama
Benedicto XVI a la Eucaristía: Sacramento del Amor.
Cristo es un horno ardiente de caridad; aprendan de mí que
soy manso y humilde de corazón, la Eucaristía es una hoguera de Caridad.
¿La Iglesia está muerta? Nosotros somos unos muertos,
muertos de hambre porque comemos la Eucaristía y seguimos pidiendo las migajas
de los placeres de la Tierra.
La misa es vivir a fondo el misterio, desde el principio y
todo va depender de nuestra disposición interior.
Señor quiero sumergirme en cada Celebración Eucaristía,
quiero zambullirme como si me estuviera metiendo en una pileta de agua viva que
me va purificando, me va transformando, me va dignificando tu Señor, que entre
en esta celebración con toda mi debilidad, Tu me estas levantado, para decirme
que el Poder de Dios hace que triunfe en tu debilidad la Gracia de Dios, por
eso te digo, te alabo Señor te Glorifico, te bendigo porque cuando veo que los
años que han pasado y lo que has realizado, nace un canto de Alabanza, de Glorificación,
te Doy Gracias Señor, a pesar de mi pequeñez, de mi debilidad, te has
enamorado, te has hecho esposo de mi alma y has llegado a querer fusionarte
conmigo, como se fueron menguando esos actos viles que no me dejaban dar un
canto de alabanza a la Trinidad Santísima, como se ha ido levantado la temperatura
de mi ser hasta poder proclamar, Tu eres grande, Tu eres el amor, Tu eres el
Rey de Reyes, Señor de Señores, y como se va produciendo la esperanza cierta
que aunque el hombre carnal se desgaste se va reconstruyendo el hombre
celestial, esa es la experiencia mística, porque no le tengo miedo a la muerte,
no le tengo miedo al dolor, no le tengo miedo a nada mas, bendito sea el dolor, santificado sea el
dolor, glorificado sea el dolor porque me lleva a la transformación de mi ser
que me hace meterme, en el mismo seno de lo que es el poder transformante de
los que es la Santísima Trinidad, mira si no es maravilloso, cantar cánticos de
danzas y alegrías en cada celebración de la Misa.
Es que yo voy a la Misa y me aburro, me aburro, lo que pasa
es que te has olvidado que el Señor te esta regenerando, te esta Resucitando,
te está haciéndote salir del individualismo y haciéndote entrar en al Comunión
divina con las personas.
La Eucaristía nos tiene que llevar a lo que decía Juan Pablo
II; “el hombre del siglo 21 tiene que ser místico” el hombre tiene que
descubrir que en él, habita la Santísima Trinidad y si descubrimos que en todo hombre está la Santísima
Trinidad, descubrimos que somos Familia, por eso decimos, queridos hermanos, la
Familia de los hijos de Dios, que bueno sería si vivimos esta realidad
Trinitaria porque transformaríamos toda las individualidades; Yo soy de Pablo,
Yo soy de Cefas, Yo de Apolo. Y ¿Quién es de Cristo? Cuando Cristo vuelva a
estar en el centro se van a desaparecer todas las individualidades.
¿Sabes porque no vives bien la Santa Misa?
Estas muy lleno de ti y vacío de Él. Llénate primero de Él,
entonces tu vida será en abundancia, vas a desbordar en amor.
(texto y audio Padre Jorge Gandur - Homilia CcT)
Padre Jorge Gracias por enseñarnos, por guiar nuestros pasos
durante todo el tiempo del milagro, ruega por nosotros