Viernes Santo
El relato de la Pasión se desarrolla en el amor, un amor que se hace hombre, como bien sabemos el prologo del evangelista Juan comienza “la palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros” Jesús no da recetas, sino que se pone a nuestro lado, comparte con nosotros, nos habla del Padre. Un Dios que viene a nosotros, baja, se hace hombre y asombra a todos porque viene en la fragilidad de un niño en la noche de Belén, un Dios que es donación, no duda en donarse hasta el extremo, por completo.
Jesús vino a traernos al Padre, esa es su misión y por lo tanto no duda en entregarse hasta el extremo de dar su vida.
En el relato de la Pasión resalta con fuerza el “Yo Soy” de Jesús, como el “Yo Soy” del éxodo (Yo Soy El que Soy, Yo Soy El que Es).
Meditemos el relato de la Pasión en 3 momentos:
Ponernos delante de Jesús que nos dice “tengo sed”
Llegando al capítulo final del Evangelio, siguiendo el relato, contemplamos a Jesús que dice;
“tengo sed”
La experiencia de la sed aparece en la Sagrada Escritura en el pueblo Judío que vive la experiencia de la sed en el momento de la peregrinación por el desierto. El pueblo se rebela fuertemente contra Dios. En cambio Jesús pasa por el desierto de la Pasión y se va vaciándose de sí mismo, ya casi no le queda sangre, por eso experimenta fuertemente la sed, Dios tiene sed del hombre.
Tiene sed de vos, de mí, de nosotros, tiene sed de adoradores, tiene sed de encuentro personal.
Ese Dios que también nosotros descubrimos como el buscador del hombre, llega en su búsqueda a dar la vida que lo hace experimentar la sed, porque vive la experiencia de rechazo de parte de nosotros.
“Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”
Esa experiencia de rechazo expresado por el mismo texto; de parte del Pueblo, de los Apóstoles y Discípulos, el abandono de parte de sus amigos, es una experiencia de soledad que busca la comunión de la humanidad. Ese clamor “tengo sed” se repite en la historia, hoy Jesús nos dice a nosotros “tengo sed” y frente al clamor de Jesús, están nuestros pecados, mediocridades, nuestra falta de entrega, flaquezas, nuestro decirle SI, quizás con la palabra y un NO con la vida, nuestro no aceptar que El es la verdad, nuestra actitud ecléctica como Pilatos “¿qué es la verdad?” y me voy… me voy… y nos perdemos…
Hoy es viernes santo, resuena en un modo especial, resuena el amor de Dios que se hace sed de la respuesta de la amistad con nosotros. Creo que hoy nos podemos detener delante de la cruz y escuchar ese “tengo sed” que ya no es la rebelión del pueblo Israel sino la docilidad de Jesucristo que se ha dado totalmente hasta desangrarse, para experimentar en lo más profundo de su ser “la sed”.
Pongámonos delante de Jesús que nos dice “tengo Sed” y preguntarnos, preguntarme si soy capaz de responder a esa sed, dando mi amistad, poniéndome a sus pies como discípulo para aprender de Él.
Ojala podamos sentir la sed de Cristo.
¿Que Deseo?
Una segunda experiencia seria preguntarme ¿cuáles son mis deseos en la vida?
¿Que deseo? ¿Qué quiero entrañablemente? ¿Que busco en mi vida? Muchas veces la respuesta será pasarla bien con mis amigos, en familia pero ¿que busco? Una tranquilidad mediocre, una felicidad pasando por la vida cumpliendo el proyecto de Dios o un cerrarme en mi egoísmo y alimentar mis heridas ¿que busco?
Hace poco leí sobre la vida Thomas Merton, escritor de espiritualidad, en esta su autobiografía; acababa de convertirse al catolicismo también un amigo que caminaba a su lado, este le pregunta a Tomas Merton;
-¿Que es lo que deseas en la vida? Y le responde
-¡Bueno, supongo que quiero ser un buen católico! Y el amigo le respondió
-No, eso no es, deberías desear “ser un santo.”
-¿Un santo? Y desde ahí cambio radicalmente su vida, pues lo conduciría al monasterio trapense. ¿Por qué? Porque busco al Santo, no busco su santidad, sino al SANTO, al Dios que ama hasta el extremo, busco la comunión de Dios y en ese dar descubrió la comunión con los hermanos.
¿Que deseo? ¿Qué me hace feliz? ¿Qué le da razón a mi vida concretamente?
Sería bueno preguntarse en la familia, porque es un tema muy alimentado por los medios de comunicación ¿que buscan los jóvenes que los hace meter en programas inconsistente? ¿Porque nos dejamos atraer por esos programas? Que alimentan deseos que son efímeros, vacios, deshumanizante y sin embargo lo seguimos.
¿Que buscamos? ¿Que deseamos? ¿De qué tenemos Sed?
Muéstranos tu rostro
Muéstrame tu rostro para encontrarte, para realmente experimentar esa sed que vale la pena crecer en el amor. ¿Qué me hace rezar? “en la oración se encuentra la sed de Dios y la sed del hombre” ¿Acaso no lo vives así? ¿Rezas? Aquí en el templo de Adoración, esta Jesús, no te preocupes si no rezas, hoy es el día para comenzar, Cristo te espera.
“en la oración se encuentra la sed de Dios y la sed del hombre”
Una sed que hace que descubra a Dios y así aprender a descubrir la necesidades de los demás. La Adoración debe traducirse en Comunión con los hermanos. Cuando empezamos a descubrir que aumenta en nosotros el clamor por los otros, empiezo a descubrir que mi vida vale la pena.
Hace poco escuche un testimonio que me llego muy hondo en el corazón.
Un joven que está luchando, tratando de salir o salió de la droga, que está en rehabilitación en una fundación católica. Este joven dijo;
-Yo descubrí que podía ayudar a los demás, al pedir ayuda, al pedir ayuda descubrir que podía, (algo así como) entusiasmar a otro, ayudar a otro, yo que pensaba solo en mi.
Cuando contemplamos a Jesús que extiende los brazos en la Cruz, cuando contemplamos la Santa Eucaristía, nos tiene que hacer pensar, no se puede transformar en sentimentalismo, no podemos vivir la pasión de Jesucristo en un sentimentalismo, porque eso sería diluir la fe, la vía dolorosa, el viacrucis nos tiene que hacer pensar. Cristo dio toda su vida, cumplió con la voluntad del Padre, nos amo hasta el fin, esto nos tiene que hacer pensar. ¡Piensen!
Cuando empezamos a vivir de cerca el ayudar a los otros, empezamos a descubrir el rostro de Cristo.
Escuchando la Pasión, dejémonos interpelar por la sed de Dios, escuchemos nuestros deseos y pidámosle a Jesús el deseo de servir a los demás, el deseo de encontrarnos con Él, el deseo de descubrir su rostro en el rostro de los hermanos.
Al comenzar decía que en este relato de la Pasión resaltaba con fuerza el YO SOY, podemos decir “yo soy libre porque he descubierto que Dios me ama con toda mi miseria y todo lo mortal que hay en mí, así como también con todo lo bello. Tengo con los demás una misión que cumplir, “ser signo de la paz y del amor” frente al YO SOY están aquello que quedan fuera de sí, enojados, quieren matar a Jesús, matar la verdad, matar el amor y la realidad. Ante Jesús se abren 2 senderos, podemos seguir al YO SOY buscando vivir en la verdad, estar plenamente vivos y dar vida a los demás. O podemos seguir en nuestra angustia, escondernos en nosotros mismos y en la oscuridad. Podemos sembrar vida o muerte.
Un gesto que nos puede ayudar abrir el corazón a la sed de Dios, es incorporar aquellas personas… que nos cuesta perdonar por el pasado o por la experiencia del presente porque eso rompe durezas del corazón, y nos permite recibir el agua que calma la sed y que nos envía, nos impulsa a calmar la sed de Dios.
Vivamos el viernes santo la experiencia de arrimarnos a la sed de Dios.