Jueves Santo
Esta celebración nos introduce ya en el corazón mismo del Triduo Pascual y constituye como el núcleo, es el núcleo de la liturgia de la Iglesia en el año.
Todo lo que Dios ha querido, es manifestar su amor sin medida por el ser humano; su Pasión, su muerte, su Resurrección, es la manifestación del amor que “ama hasta el fin”
Pero antes de entrar de lleno a la Pascua, Jesús quiso comer con sus discípulos. Esta Cena se convierte después, en la expresión de amor más grande que atraviesa el tiempo.
Cuando nosotros celebramos nuestro cumpleaños, al recordar la fecha de nuestro nacimiento, revivimos nuestra propia vida, sacamos lo bueno de todo lo caminado recordamos momentos, experiencias vividas, aunque siempre es distinto.
La iglesia nos invita a vivir la misma experiencia en este tiempo pascual, la recreación de nuestra vida, desde el corazón de Dios. “nacer de lo alto” “vida nueva”
¿En qué Dios creó? ¿Lejano? ¿En qué Dios creó? ¿Creo en un Dios que me creó, y me dejo librado a las casualidades? ¿Creo en un Dios cabalista, mágico, de números? ¿Creo un Dios que se muestra poderoso, atropellador, manipulador, mentiroso? ¿En qué Dios creó?
Nosotros somos cristianos, compartimos la vida de un pueblo que nace con Abraham y que atraviesa la historia y tiene su síntesis, su nuevo comienzo, totalmente nuevo en Jesús y esto lo vivimos en el correr de la vida pero muy intensamente en el Triduo Pascual.
La liturgia nos propone 2 últimas cenas.
1ro) la ultima cena del pueblo de Israel antes de salir de Egipto.
2do) la ultima cena de Jesús con los Apóstoles, antes de pasar por la muerte.
Primera Cena
En la ultima cena narrada por el libro del éxodo, ritualisa la experiencia del paso del pueblo que tuvo que salir de Egipto, de la muerte, de la esclavitud, de la patria sin futuro, si hasta no podían tener chicos, pues mataban a los hijos varones y muchas cosas más intentando ahogar al pueblo. (No se pero, me parece que esta historia la experimento hoy día, no sé porque)
Entonces emprendieron el viaje pasaron el mar rojo y experimentaron el peregrinar de la libertad.
Hay 2 signos:
El Cordero
Tenían que juntarse cada familia si son pocos debían juntarse con otros. El cordero es signo de la protección de Dios, la sangre es signo de vida, debían marcan los dinteles de las puerta de sus casas. Y lo comerán en actitud de caminante, con la cintura ceñida, calzado con sandalias, con el bastón en la mano, rápido porque el Señor pasa… “el paso” “la pascua”
El Pan ázimo
(Si el cordero marca la protección de Dios) el pan marca la comunión.
Protección y libertad desde la comunión, eso es lo que ofrece Dios, un Dios cercano, un Dios de la fe, es un Dios cercano que entra en la historia, que no me deja librado al sin sentido, que no me tira en medio de la tierra y me dice: - viví arréglatela. Sino un Dios que nos protege, nos cuida y ahí viene la experiencia de la Fe.
Segunda Cena
Jesús hijo de Dios, tiene que vivir la experiencia de la entrega a esa protección de la primera Pascua, la confianza total que el pueblo judío experimento, pues El va ser la historia nueva, la persona nueva, la nueva alianza.
Hay 3 signos:
El nuevo Cordero
El será el nuevo cordero, su sangre será la marca de nuestra existencia.
El Pan que Une
El será el pan que une y fortalece. Pan del cielo, Pan del Padre. El no solamente es la palabra de Dios que ilumina el corazón, es el verbo hecho carne que quiere vivir con nosotros una comunión de corazones.
Por eso San Pablo recuerda lo que Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
-Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros.
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
-Este cáliz es la nueva alianza (el nuevo paso de la libertad) sellada con mi sangre
Una sangre que no marca los dinteles de las puertas, sino que nos invita a beberla porque soy un protegido del Señor, llamado a la comunión y a la fe con todo el pueblo de Dios.
Estamos en la última Pascua del pueblo Israel y en la última cena del Señor que es nuestra Pascua,resuena con mucha fuerza el llamado a la comunión.
¿Cómo nos encuentra a cada uno de nosotros? con miedos, expectativas, alegrías, con preocupación, enfermedades, con tristeza, con esperanza. Nos encuentra de cara a Dios. Y Dios quiere en este 2012 seguir renovando su alianza, nos presenta el desafío de experimentar su protección, su entrar en la historia no como cualquier otro sino compartiendo con el pueblo, El se quiere hacer mí amigo mi compañero. Es la experiencia de la fe cristiano de la nueva alianza.
Decía más arriba que hay 3 signos: el nuevo cordero, el Pan que da unidad, el tercer signo es;
Un Dios que nos lava los pies.
En la Simplicidad del signo de Lavar los pies ¿que nos quiere decir el Señor? Jesús nos desconcierta lavándonos los pies, nunca entenderemos del todo, nos conmueve, nos interpela. ¿Qué significa? Quizás signifique, escuchar, saludar al que no saludo, enfrentar un resentimiento, perdonar un dolor en el alma que probablemente sea injusto, seguro que significa consolar, decirle al otro, ¡sos importante para mí!
Seguro que tiene que ver con la comunión, creo que para la comunión el lenguaje necesario es el no verbal, son los gesto los que nos revelan el interés que se tiene por el otro, pero no es solo no verbal sino también verbal, la comunión no es una experiencia afectiva pasajera sino una experiencia que se inserta en una historia reveladora del don profundo, la palabra es necesaria para precisar todo esto, “ámense los uno a los otros como yo lo he amado” por ejemplo la intimidad física, el beso apresurado, ahogan la verdadera comunión entre los matrimonios. La comunión es un llamado a la libertad y no a la posesión, no debemos olvidar es un llamado a la libertad, la comunión debe ser la fuente generadora de la libertad, de la capacidad para desarrollar los dones, así como de ser otro. La comunión no tiene que ver con cerrarnos sino con abrirnos a los demás. Estamos llamados a la comuion, pero verdaderamente ¿En qué consiste este llamado a la comunión? Por ejemplo; el niño que crece en los brazos de su madre o en el de su padre, el niño que juega con ellos, el niño que ríe con ellos, es una imagen de felicidad, ¿por qué? Porque su cuerpo se relaja, su mirada resplandece y sus ojos brillan, sus manos se agitan en el amor, porque ¡se sabe amado! Y por lo tanto es alguien, vive; no está solo, no necesita defenderse a pesar de su debilidad y pequeñez. Esta protegido es amado. Esta seguro en paz. Puede vivir y amar, todo su ser esta unificado en y por esta comunión, estos son los frutos de la comunión.
Lo mismo sucede con Dios, debemos dejarnos ayudar, dejarnos lavar los pies por Jesús, el quiere recrear los vínculos de nosotros con el Padre.
La Pascua quiere ser Pascua, Dios quiere empezar de nuevo con nosotros esta historia, abramos el corazón, El quiere renovar con nosotros este paso de comunión, de protección y libertad. No tengamos miedo a este paso de Jesús en nuestra vida, vivamos en verdad una semana santa.
¿Quieres hacer de nuevo tu vida? ¿Crees que puedes confiar en El?
El gesto de hacerse Pan- cuerpo que se entrega, vino-sangre que se derrama, el gesto de lavarnos los pies, nos provoca… nunca entenderemos del todo… nos supera. Dios nos lava los pies y nos dice en ese signo; ¡eres importante para mí!
¿Por qué temer? ¿Puedo ser capaz de creer en este Dios?
sábado, 31 de marzo de 2012
miércoles, 28 de marzo de 2012
Homilía del Papa Benito XVI
Queridos hermanos y hermanas:
«Bendito eres, Señor Dios…, bendito tu nombre santo y glorioso» (Dn 3,52). Este himno de bendición del libro de Daniel resuena hoy en nuestra liturgia invitándonos reiteradamente a bendecir y alabar a Dios. Somos parte de la multitud de ese coro que celebra al Señor sin cesar. Nos unimos a este concierto de acción de gracias, y ofrecemos nuestra voz alegre y confiada, que busca cimentar en el amor y la verdad el camino de la fe.
En la primera lectura proclamada, los tres jóvenes, perseguidos por el soberano babilonio, prefieren afrontar la muerte abrasados por el fuego antes que traicionar su conciencia y su fe. Ellos encontraron la fuerza de «alabar, glorificar y bendecir a Dios» en la convicción de que el Señor del cosmos y la historia no los abandonaría a la muerte y a la nada. En efecto, Dios nunca abandona a sus hijos, nunca los olvida. Él está por encima de nosotros y es capaz de salvarnos con su poder. Al mismo tiempo, es cercano a su pueblo y, por su Hijo Jesucristo, ha deseado poner su morada entre nosotros.
«Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn 8,31). En este texto del Evangelio que se ha proclamado, Jesús se revela como el Hijo de Dios Padre, el Salvador, el único que puede mostrar la verdad y dar la genuina libertad. Su enseñanza provoca resistencia e inquietud entre sus interlocutores, y Él los acusa de buscar su muerte, aludiendo al supremo sacrificio en la cruz, ya cercano. Aun así, los conmina a creer, a mantener la Palabra, para conocer la verdad que redime y dignifica.
En efecto, la verdad es un anhelo del ser humano, y buscarla siempre supone un ejercicio de auténtica libertad. Muchos, sin embargo, prefieren los atajos e intentan eludir esta tarea. Algunos, como Poncio Pilato, ironizan con la posibilidad de poder conocer la verdad (cf. Jn 18, 38), proclamando la incapacidad del hombre para alcanzarla o negando que exista una verdad para todos. Esta actitud, como en el caso del escepticismo y el relativismo, produce un cambio en el corazón, haciéndolos fríos, vacilantes, distantes de los demás y encerrados en sí mismos. Personas que se lavan las manos como el gobernador romano y dejan correr el agua de la historia sin comprometerse.
Por otra parte, hay otros que interpretan mal esta búsqueda de la verdad, llevándolos a la irracionalidad y al fanatismo, encerrándose en «su verdad» e intentando imponerla a los demás. Son como aquellos legalistas obcecados que, al ver a Jesús golpeado y sangrante, gritan enfurecidos: «¡Crucifícalo!» (cf. Jn 19, 6). Sin embargo, quien actúa irracionalmente no puede llegar a ser discípulo de Jesús. Fe y razón son necesarias y complementarias en la búsqueda de la verdad. Dios creó al hombre con una innata vocación a la verdad y para esto lo dotó de razón. No es ciertamente la irracionalidad, sino el afán de verdad, lo que promueve la fe cristiana. Todo ser humano ha de indagar la verdad y optar por ella cuando la encuentra, aun a riesgo de afrontar sacrificios.
Además, la verdad sobre el hombre es un presupuesto ineludible para alcanzar la libertad, pues en ella descubrimos los fundamentos de una ética con la que todos pueden confrontarse, y que contiene formulaciones claras y precisas sobre la vida y la muerte, los deberes y los derechos, el matrimonio, la familia y la sociedad, en definitiva, sobre la dignidad inviolable del ser humano. Este patrimonio ético es lo que puede acercar a todas las culturas, pueblos y religiones, las autoridades y los ciudadanos, y a los ciudadanos entre sí, a los creyentes en Cristo con quienes no creen en él.
El cristianismo, al resaltar los valores que sustentan la ética, no impone, sino que propone la invitación de Cristo a conocer la verdad que hace libres. El creyente está llamado a ofrecerla a sus contemporáneos, como lo hizo el Señor, incluso ante el sombrío presagio del rechazo y de la cruz. El encuentro personal con quien es la verdad en persona nos impulsa a compartir este tesoro con los demás, especialmente con el testimonio.
Queridos amigos, no vacilen en seguir a Jesucristo. En él hallamos la verdad sobre Dios y sobre el hombre. Él nos ayuda a derrotar nuestros egoísmos, a salir de nuestras ambiciones y a vencer lo que nos oprime. El que obra el mal, el que comete pecado, es esclavo del pecado y nunca alcanzará la libertad (cf. Jn 8,34). Sólo renunciando al odio y a nuestro corazón duro y ciego seremos libres, y una vida nueva brotará en nosotros.
Convencido de que Cristo es la verdadera medida del hombre, y sabiendo que en él se encuentra la fuerza necesaria para afrontar toda prueba, deseo anunciarles abiertamente al Señor Jesús como Camino, Verdad y Vida. En él todos hallarán la plena libertad, la luz para entender con hondura la realidad y transformarla con el poder renovador del amor.
La Iglesia vive para hacer partícipes a los demás de lo único que ella tiene, y que no es sino Cristo, esperanza de la gloria (cf. Col 1,27). Para poder ejercer esta tarea, ha de contar con la esencial libertad religiosa, que consiste en poder proclamar y celebrar la fe también públicamente, llevando el mensaje de amor, reconciliación y paz que Jesús trajo al mundo. Es de reconocer con alegría que en Cuba se han ido dando pasos para que la Iglesia lleve a cabo su misión insoslayable de expresar pública y abiertamente su fe. Sin embargo, es preciso seguir adelante, y deseo animar a las instancias gubernamentales de la Nación a reforzar lo ya alcanzado y a avanzar por este camino de genuino servicio al bien común de toda la sociedad cubana.
El derecho a la libertad religiosa, tanto en su dimensión individual como comunitaria, manifiesta la unidad de la persona humana, que es ciudadano y creyente a la vez. Legitima también que los creyentes ofrezcan una contribución a la edificación de la sociedad. Su refuerzo consolida la convivencia, alimenta la esperanza en un mundo mejor, crea condiciones propicias para la paz y el desarrollo armónico, al mismo tiempo que establece bases firmes para afianzar los derechos de las generaciones futuras.
Cuando la Iglesia pone de relieve este derecho, no está reclamando privilegio alguno. Pretende sólo ser fiel al mandato de su divino fundador, consciente de que donde Cristo se hace presente, el hombre crece en humanidad y encuentra su consistencia. Por eso, ella busca dar este testimonio en su predicación y enseñanza, tanto en la catequesis como en ámbitos escolares y universitarios. Es de esperar que pronto llegue aquí también el momento de que la Iglesia pueda llevar a los campos del saber los beneficios de la misión que su Señor le encomendó y que nunca puede descuidar.
Ejemplo preclaro de esta labor fue el insigne sacerdote Félix Varela, educador y maestro, hijo ilustre de esta ciudad de La Habana, que ha pasado a la historia de Cuba como el primero que enseñó a pensar a su pueblo. El Padre Varela nos presenta el camino para una verdadera transformación social: formar hombres virtuosos para forjar una nación digna y libre, ya que esta trasformación dependerá de la vida espiritual del hombre, pues «no hay patria sin virtud» (Cartas a Elpidio, carta sexta, Madrid 1836, 220). Cuba y el mundo necesitan cambios, pero éstos se darán sólo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad.
Invocando la materna protección de María Santísima, pidamos que cada vez que participemos en la Eucaristía nos hagamos también testigos de la caridad, que responde al mal con el bien (cf. Rm 12,21), ofreciéndonos como hostia viva a quien amorosamente se entregó por nosotros. Caminemos a la luz de Cristo, que es el que puede destruir la tiniebla del error. Supliquémosle que, con el valor y la reciedumbre de los santos, lleguemos a dar una respuesta libre, generosa y coherente a Dios, sin miedos ni rencores.
Amén.
«Bendito eres, Señor Dios…, bendito tu nombre santo y glorioso» (Dn 3,52). Este himno de bendición del libro de Daniel resuena hoy en nuestra liturgia invitándonos reiteradamente a bendecir y alabar a Dios. Somos parte de la multitud de ese coro que celebra al Señor sin cesar. Nos unimos a este concierto de acción de gracias, y ofrecemos nuestra voz alegre y confiada, que busca cimentar en el amor y la verdad el camino de la fe.
En la primera lectura proclamada, los tres jóvenes, perseguidos por el soberano babilonio, prefieren afrontar la muerte abrasados por el fuego antes que traicionar su conciencia y su fe. Ellos encontraron la fuerza de «alabar, glorificar y bendecir a Dios» en la convicción de que el Señor del cosmos y la historia no los abandonaría a la muerte y a la nada. En efecto, Dios nunca abandona a sus hijos, nunca los olvida. Él está por encima de nosotros y es capaz de salvarnos con su poder. Al mismo tiempo, es cercano a su pueblo y, por su Hijo Jesucristo, ha deseado poner su morada entre nosotros.
«Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn 8,31). En este texto del Evangelio que se ha proclamado, Jesús se revela como el Hijo de Dios Padre, el Salvador, el único que puede mostrar la verdad y dar la genuina libertad. Su enseñanza provoca resistencia e inquietud entre sus interlocutores, y Él los acusa de buscar su muerte, aludiendo al supremo sacrificio en la cruz, ya cercano. Aun así, los conmina a creer, a mantener la Palabra, para conocer la verdad que redime y dignifica.
En efecto, la verdad es un anhelo del ser humano, y buscarla siempre supone un ejercicio de auténtica libertad. Muchos, sin embargo, prefieren los atajos e intentan eludir esta tarea. Algunos, como Poncio Pilato, ironizan con la posibilidad de poder conocer la verdad (cf. Jn 18, 38), proclamando la incapacidad del hombre para alcanzarla o negando que exista una verdad para todos. Esta actitud, como en el caso del escepticismo y el relativismo, produce un cambio en el corazón, haciéndolos fríos, vacilantes, distantes de los demás y encerrados en sí mismos. Personas que se lavan las manos como el gobernador romano y dejan correr el agua de la historia sin comprometerse.
Por otra parte, hay otros que interpretan mal esta búsqueda de la verdad, llevándolos a la irracionalidad y al fanatismo, encerrándose en «su verdad» e intentando imponerla a los demás. Son como aquellos legalistas obcecados que, al ver a Jesús golpeado y sangrante, gritan enfurecidos: «¡Crucifícalo!» (cf. Jn 19, 6). Sin embargo, quien actúa irracionalmente no puede llegar a ser discípulo de Jesús. Fe y razón son necesarias y complementarias en la búsqueda de la verdad. Dios creó al hombre con una innata vocación a la verdad y para esto lo dotó de razón. No es ciertamente la irracionalidad, sino el afán de verdad, lo que promueve la fe cristiana. Todo ser humano ha de indagar la verdad y optar por ella cuando la encuentra, aun a riesgo de afrontar sacrificios.
Además, la verdad sobre el hombre es un presupuesto ineludible para alcanzar la libertad, pues en ella descubrimos los fundamentos de una ética con la que todos pueden confrontarse, y que contiene formulaciones claras y precisas sobre la vida y la muerte, los deberes y los derechos, el matrimonio, la familia y la sociedad, en definitiva, sobre la dignidad inviolable del ser humano. Este patrimonio ético es lo que puede acercar a todas las culturas, pueblos y religiones, las autoridades y los ciudadanos, y a los ciudadanos entre sí, a los creyentes en Cristo con quienes no creen en él.
El cristianismo, al resaltar los valores que sustentan la ética, no impone, sino que propone la invitación de Cristo a conocer la verdad que hace libres. El creyente está llamado a ofrecerla a sus contemporáneos, como lo hizo el Señor, incluso ante el sombrío presagio del rechazo y de la cruz. El encuentro personal con quien es la verdad en persona nos impulsa a compartir este tesoro con los demás, especialmente con el testimonio.
Queridos amigos, no vacilen en seguir a Jesucristo. En él hallamos la verdad sobre Dios y sobre el hombre. Él nos ayuda a derrotar nuestros egoísmos, a salir de nuestras ambiciones y a vencer lo que nos oprime. El que obra el mal, el que comete pecado, es esclavo del pecado y nunca alcanzará la libertad (cf. Jn 8,34). Sólo renunciando al odio y a nuestro corazón duro y ciego seremos libres, y una vida nueva brotará en nosotros.
Convencido de que Cristo es la verdadera medida del hombre, y sabiendo que en él se encuentra la fuerza necesaria para afrontar toda prueba, deseo anunciarles abiertamente al Señor Jesús como Camino, Verdad y Vida. En él todos hallarán la plena libertad, la luz para entender con hondura la realidad y transformarla con el poder renovador del amor.
La Iglesia vive para hacer partícipes a los demás de lo único que ella tiene, y que no es sino Cristo, esperanza de la gloria (cf. Col 1,27). Para poder ejercer esta tarea, ha de contar con la esencial libertad religiosa, que consiste en poder proclamar y celebrar la fe también públicamente, llevando el mensaje de amor, reconciliación y paz que Jesús trajo al mundo. Es de reconocer con alegría que en Cuba se han ido dando pasos para que la Iglesia lleve a cabo su misión insoslayable de expresar pública y abiertamente su fe. Sin embargo, es preciso seguir adelante, y deseo animar a las instancias gubernamentales de la Nación a reforzar lo ya alcanzado y a avanzar por este camino de genuino servicio al bien común de toda la sociedad cubana.
El derecho a la libertad religiosa, tanto en su dimensión individual como comunitaria, manifiesta la unidad de la persona humana, que es ciudadano y creyente a la vez. Legitima también que los creyentes ofrezcan una contribución a la edificación de la sociedad. Su refuerzo consolida la convivencia, alimenta la esperanza en un mundo mejor, crea condiciones propicias para la paz y el desarrollo armónico, al mismo tiempo que establece bases firmes para afianzar los derechos de las generaciones futuras.
Cuando la Iglesia pone de relieve este derecho, no está reclamando privilegio alguno. Pretende sólo ser fiel al mandato de su divino fundador, consciente de que donde Cristo se hace presente, el hombre crece en humanidad y encuentra su consistencia. Por eso, ella busca dar este testimonio en su predicación y enseñanza, tanto en la catequesis como en ámbitos escolares y universitarios. Es de esperar que pronto llegue aquí también el momento de que la Iglesia pueda llevar a los campos del saber los beneficios de la misión que su Señor le encomendó y que nunca puede descuidar.
Ejemplo preclaro de esta labor fue el insigne sacerdote Félix Varela, educador y maestro, hijo ilustre de esta ciudad de La Habana, que ha pasado a la historia de Cuba como el primero que enseñó a pensar a su pueblo. El Padre Varela nos presenta el camino para una verdadera transformación social: formar hombres virtuosos para forjar una nación digna y libre, ya que esta trasformación dependerá de la vida espiritual del hombre, pues «no hay patria sin virtud» (Cartas a Elpidio, carta sexta, Madrid 1836, 220). Cuba y el mundo necesitan cambios, pero éstos se darán sólo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad.
Invocando la materna protección de María Santísima, pidamos que cada vez que participemos en la Eucaristía nos hagamos también testigos de la caridad, que responde al mal con el bien (cf. Rm 12,21), ofreciéndonos como hostia viva a quien amorosamente se entregó por nosotros. Caminemos a la luz de Cristo, que es el que puede destruir la tiniebla del error. Supliquémosle que, con el valor y la reciedumbre de los santos, lleguemos a dar una respuesta libre, generosa y coherente a Dios, sin miedos ni rencores.
Amén.
domingo, 25 de marzo de 2012
Mensajero de Paz
Querido Papa Benito XVI Gracias por venir a nuestro Continente en tierras Mexicanas, Gracias por llevarnos a Cristo Rey del amor, que ama hasta el extremo, continua anunciando... continua llevando la alegría de ser Cristiano. Todos los jovenes te queremos. Todos los jóvenes estamos en la Barca de la Santa Madre Iglesia, hacia aguas profundas...
viernes, 23 de marzo de 2012
jueves, 22 de marzo de 2012
miércoles, 21 de marzo de 2012
un nuevo pais
“Tienes una idea de que apariencia tiene el nuevo país. Aun así, estas demasiado cómodo, si bien no verdaderamente en paz, en el viejo país. Conoces las maneras del viejo país, sus dichas y dolores, sus momentos alegres y tristes. Has pasado allí la mayor parte de tus dias. Aun cuando sepas que no has encontrado allí lo que tu corazón mas desea, sigues bastante aferrado a el. Se ha vuelto parte de tus
mismos huesos.
Ahora has llegado a darte cuenta de que debes dejarlo para ingresar a un nuevo país, donde habita tu Amado. Sabes que lo que te ayudaba y te guiaba en el viejo país ya no funciona pero, ¿qué otra cosa tienes para guiarte? Se te pide que confíes en que encontraras en el nuevo país lo que necesitas. Eso requiere la muerte de lo que se ha vuelto tan preciado para ti: la influencia, el éxito, si, incluso el afecto y el orgullo.
Confiar es muy difícil, porque no tienes a que recurrir. Aun así, la confianza es lo esencial. El nuevo país es adonde se te convoca a ir, y la única forma en que puedes ir es desnudo y vulnerable. Parece que estuvieras permanentemente cruzando y volviendo a cruzar la frontera. Por un momento, experimentas una dicha verdadera en el nuevo país. Pero después te asustas y empiezas a ansiar nuevamente todo lo que dejaste atrás; entonces, vuelves al viejo país. Para tu consternación, descubres que el viejo país ha perdido su atractivo. Arriesga unos pasos mas en el nuevo país, confiando en que, cada vez que entres en el, te sentirás mas cómodo y podrás quedarte mas”.
/Entra en un nuevo país - Henri Nouwen - La voz interior del amor - Teresita Luna/
lunes, 19 de marzo de 2012
Dios añadirá
José es un nombre masculino de origen hebreo, deriva de yôsef “añada”, del verbo, lehosif “añadir”.
Cuando terminábamos el gran año Dedicado al amparo de María, entre nosotros buscamos proclamar un nuevo año. ¿A quien estaría dedicado? ¿Quién nos acompañaría? Había muchos… luego quedo la figura de San José, la sombra del Padre, lo pusimos en oración… y Dios añadió, como lo indica su nombre, para comprender la vida de José, no podemos separarla de la vida de Jesús y María.
¿Qué nos dice la palabra de Dios? A penas un poco “era un hombre justo”
"José, su esposo, siendo justo y no queriendo denunciarla (o revelarlo), resolvió separarse secretamente (Mt 1,18-19).”
“el Ángel del Señor le dirige en sueños: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados” (Mt 1,20-21)
“Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa” (Mt 1,24).
“tu padre y yo te buscábamos angustiados” (Lc 2,48).
Es tan poco lo que se dice pero es mucho mas lo se insinúa… el hombre justo.
El Papa Benito XVI nos decía esta meditación “El silencio de San José es un silencio impregnado de la contemplación del misterio de Dios, en una actitud de disponibilidad total a las voluntades divinas. En otras palabras, el silencio de san José no manifiesta un vacío interior, sino por el contrario, una plenitud de fe que lleva en su corazón, y guía cada uno de sus pensamientos y cada una de sus acciones. Un silencio gracias al cual José, al unísono con María, conserva la Palabra de Dios, conocida a través de las Santas Escrituras, confrontándolas permanentemente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración continua, de bendición del Señor, de adoración de su voluntad y de confianza absoluta en su providencia”.
En el año dedicado a la Sagrada Familia “Comunidad de Fe” aparece San José como el humilde, el sencillo, que supo abrazar su vocación “solo soy una sombra y cuando sale el sol desaparezco” (La Sombra del Padre) un hombre de Fe y confianza.
“Dichoso el hombre que se refugia en el Señor” Salmo 34, 9
“Señor de universos, feliz el hombre que confía en Ti” Salmo 84, 13
Sigamos caminando… protégenos San José, protege a nuestros niños, protege nuestra Familia, protege el sagrario, el huerto de nuestro corazón.
viernes, 16 de marzo de 2012
jueves, 8 de marzo de 2012
no somos "lo que se dice" sino "lo que es"
"Cierra la puerta de tu habitación". ¿Por qué? Porque "tu Padre ve en lo secreto"...
Trátase siempre de esto. Trátase siempre de la hondura y del corazón. ¡Vive en el Soplo profundo y permanece!
En este mundo y en esta peregrinación las tentaciones, desde luego, son muchas. Esto no es una novedad, desde luego. Pero hay una... en la que ahora quiero detenerme. Se trata de esa suerte de "necesidad" de sentirnos autores de obras y realizaciones de fuste, dignas de aplauso y, sobre todo, conocidas. No sé si es feliz la formulación, pero vale para entrar en materia.
¡Valer en esta vida! Hacer cosas y cosas que merezcan. Y, por ello, nunca estar en paz, porque siempre queda algo por hacer o por terminar o por añadir. Nunca sentimos paz porque siempre nos falta algo y sufrimos la desazón porque nunca estamos conformes con nosotros mismos. Ni con los vecinos. Aguardamos que otros nos reconforten y, por lo general, los demás no pueden hacerlo...
¿Entonces? De ninguna manera pretendemos soslayar los trabajos ni ignorar el valor de las acciones... Lo que ocurre es que no vivimos donde estamos llamados a vivir, ni acertamos a descubrir el "lugar" de la paz...
No valemos por lo que hacemos, ni por lo que somos. Valemos por lo que amamos. Y esto ya es un principio para salir del atolladero. Y puedo asegurar más: valemos por Quien somos conocidos y amados. Y sólo en Él podemos hallar la paz y el sentido.
El peregrino es su corazón y el Centro del alma y el Corazón del corazón es Dios. Volvamos a casa. No estamos ni somos lo que se dice sino lo que es.
/ Alberto E. Justo - flordelyermo.blogspot.com /
Trátase siempre de esto. Trátase siempre de la hondura y del corazón. ¡Vive en el Soplo profundo y permanece!
En este mundo y en esta peregrinación las tentaciones, desde luego, son muchas. Esto no es una novedad, desde luego. Pero hay una... en la que ahora quiero detenerme. Se trata de esa suerte de "necesidad" de sentirnos autores de obras y realizaciones de fuste, dignas de aplauso y, sobre todo, conocidas. No sé si es feliz la formulación, pero vale para entrar en materia.
¡Valer en esta vida! Hacer cosas y cosas que merezcan. Y, por ello, nunca estar en paz, porque siempre queda algo por hacer o por terminar o por añadir. Nunca sentimos paz porque siempre nos falta algo y sufrimos la desazón porque nunca estamos conformes con nosotros mismos. Ni con los vecinos. Aguardamos que otros nos reconforten y, por lo general, los demás no pueden hacerlo...
¿Entonces? De ninguna manera pretendemos soslayar los trabajos ni ignorar el valor de las acciones... Lo que ocurre es que no vivimos donde estamos llamados a vivir, ni acertamos a descubrir el "lugar" de la paz...
No valemos por lo que hacemos, ni por lo que somos. Valemos por lo que amamos. Y esto ya es un principio para salir del atolladero. Y puedo asegurar más: valemos por Quien somos conocidos y amados. Y sólo en Él podemos hallar la paz y el sentido.
El peregrino es su corazón y el Centro del alma y el Corazón del corazón es Dios. Volvamos a casa. No estamos ni somos lo que se dice sino lo que es.
/ Alberto E. Justo - flordelyermo.blogspot.com /
No es lo que piensas
Quizá los peregrinos sufran, a veces, algún sobresalto inesperado cuando andaban confiados haciendo camino...
¿Diremos que... "no importa"? Es claro que hay "enemigos" sueltos por ahí y que la necedad del mundo no es poca... Pero es mejor meditar en otra clave...
La vida verdadera es extremadamente simple. No tiene etapas forzosas y, tarde o temprano, abre ese secreto de su abismo que no tiene definición.
Estamos llamados al sosiego y la paz adviene cuando no topamos con "nada". ¿Cómo puede ser? ¿Pensábamos en "otras" complicaciones nuevas? No hay complicaciones, porque no hay nada. Soli Deo honor et gloria.
No tropecemos con los intermediarios postizos que se han tornado harto soberbios. "Tienen ojos y no ven, orejas y no oyen..."
Silenciosamente tornemos al corazón. Cuando encontremos a alguien tengamos en cuenta su corazón y no sus documentos o sus papeles o si me sirve o no me sirve o si queda bien en mi rompecabezas...
Quememos los papeles, los informes y no oigamos las murmuraciones...
La Contemplación es una apertura en serenidad que no pretende obtener resultados... Las agendas no me sirven para la vida que en realidad interesa...
¡Ah, hermanos míos, lo propio del viento -alguien ha dicho- es ser oído, no calculado!
/ Alberto E. Justo - flordelyermo.blogspot.com /
¿Diremos que... "no importa"? Es claro que hay "enemigos" sueltos por ahí y que la necedad del mundo no es poca... Pero es mejor meditar en otra clave...
La vida verdadera es extremadamente simple. No tiene etapas forzosas y, tarde o temprano, abre ese secreto de su abismo que no tiene definición.
Estamos llamados al sosiego y la paz adviene cuando no topamos con "nada". ¿Cómo puede ser? ¿Pensábamos en "otras" complicaciones nuevas? No hay complicaciones, porque no hay nada. Soli Deo honor et gloria.
No tropecemos con los intermediarios postizos que se han tornado harto soberbios. "Tienen ojos y no ven, orejas y no oyen..."
Silenciosamente tornemos al corazón. Cuando encontremos a alguien tengamos en cuenta su corazón y no sus documentos o sus papeles o si me sirve o no me sirve o si queda bien en mi rompecabezas...
Quememos los papeles, los informes y no oigamos las murmuraciones...
La Contemplación es una apertura en serenidad que no pretende obtener resultados... Las agendas no me sirven para la vida que en realidad interesa...
¡Ah, hermanos míos, lo propio del viento -alguien ha dicho- es ser oído, no calculado!
/ Alberto E. Justo - flordelyermo.blogspot.com /
confianza renovada
Seguimos de camino. Que brote del corazón esa confianza que el Señor llama. Es el signo de esta hora: un abandono que me atrevo a calificar como "heroico", una consagración (diré) siempre renovada en esta entrega, siempre sonriente, a los Ojos de Aquél que no deja de sonreír y de venir cada vez más cerca... ¿Cerca? ¡Qué insuficientes son las palabras, esos vocablos que apenas, apenas, alcanzan a señalar alguna cosa!
/ Alberto E. Justo - flordelyermo.blogspot.com /
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miércoles, 7 de marzo de 2012
escúchenlo
El Evangelio del Domingo pasado contemplábamos a Jesús en el tabor donde se Transfiguro. Salimos del desierto y contemplamos el resplandor del Padre. “este es mi Hijo muy amado escúchenlo” San Agustín manifestaba en este pasaje; “¡Pedro despiértate! baja pronto, predica, anuncia, cánsate mucho.” Nuestra vida tiene que tener estas características, Tabor y Calvario es decir Oración, Contemplación y Amor en Acción, Caridad.
Unas de las tentación que tal vez puede aparecer en la cuaresma es des-centrarnos. ¿Pero cómo puede ser esto? Si, al mirar nuestro pecado, al reconocernos pecadores y mirar al pasado, podemos perder el centro y transfigurar ese centro en nosotros mismo. Y empezamos con cuestionamientos… damos vuelta… nos culpamos… perdemos el rumbo, perdemos la mirada de Jesús.
Cuando nos miramos nosotros mismo, crece el amor propio, se siembran orgullos, culpas, creamos heridas porque nos estancamos, nos miramos nosotros mismo. Algunas veces es difícil, nos cuesta mucho dejar de mirar y dejar de escuchar esas voces del pasado que nos acusan…
El Papa Benito XVI nos decía en su encíclica “caritas in veritate” ¿cómo puedo anunciar la verdad sin la caridad? Y ¿cómo puedo ejercer la caridad sin la verdad? Se nos diluye la fe. Es decir quién pudo ver la verdad sin la caridad, se quedo en el pasado ( y eso lo podemos traducir en orgullo, aislamiento, soberbia, desconfianza, miedos) quien pudo ver la caridad sin la verdad termino frivolizando la fe y dejándose llevar por la moda del momento ( esto se puede expresar en no asumir nuestra responsabilidad “tus pecados te son perdonados no peques mas”)
El pecado tiene consecuencia todos lo experimentamos, pero es necesario saber que delante de nosotros esta la mirada de un Padre que nos da una nueva oportunidad “borrón y cuenta nueva” la cuaresma no se trata de mi, se trata de Él, se trata de recrear vínculos.
“En el monte tabor allí se transfiguro en presencia de ellos… entonces una nube los cubrió con su sombra y salió de ella una voz; Este es mi Hijo muy amado escúchenlo”
Quizás el Padre nos dice; silencio, hagan silencio, escuchen.
¿Qué mensaje trae? La buena noticia, nos trae la buena noticia del Padre. Viene a restablecer los vínculos, a decirnos y hacernos experimentar cuanto nos ama el Padre.
“este es mi hijo muy amado escúchenlo”
Y Jesús te dice;
-Te amo. Sígueme.
te devuelve la vida, la confianza, la esperanza vuelve a crecer.
-Pero soy pecador, soy débil…
y Jesús te responde.
-acaso crees que no lo sé. Por eso mismo te amo, sígueme, soy yo el que te llama. Sígueme.
No nos distraigamos sigamos muy de cerca a Jesús.
jueves, 1 de marzo de 2012
Mi corazón sabe que dijiste: Busquen mi rostro
Hace mucho tuve un sueño; le preguntaba al muy querido Padre Alberto Justo O.P.
-Padre, me puede decir ¿cuál es el secreto de la Santidad? Haciendo una pausa… me miro y dijo firmemente;
-¡la voluntad!
Y eso fue todo…
Desde luego no lo entendí del todo, mas adelante pude comprender un poco más… pero no del todo…
Volví a soñar; esta vez era Juan Pablo II
-Juan Pablo ¿me vos me podes decir cuál es el secreto de la santidad?
Su respuesta fue muy sencilla…
-Dar un paso a la vez, un paso luego otro.
Y eso fue todo.
La Santidad no es un lujo, es un llamado que se extiende a todos, la santidad es la unión con Dios. Tiempo más tarde leí que Santo Tomas decía “la Santidad no consiste sino en una decisión firme” es decir, abandonarse por completo a Dios, nuestro progreso en la santidad depende de Dios y de nosotros, de la gracia de Dios y de nuestra voluntad.
¡Voluntad!
“Ser un Santo” significa despojarnos de todo lo que no es Dios, el problema está en lo que imaginamos... ¿Qué imagino que es Dios? Ten la seguridad que eso no es. Siempre hay algo más profundo… y más profundo… es un misterio…
“Así como aquel que los llamó es Santo, también ustedes sean santos en toda su conducta de acuerdo con lo que está escrito: Sean santos, porque Yo Soy Santo. 1Pe 1, 15-16”
¿Sigues buscando? continua… sigue… pero también ya es hora de ir encontrando…
Aseguras buscar a Dios y cuando crees haberle encontrado, eres incapaz de hacerle sitio en tu corazón. No juegues al escondite con Él, ahora sí, ahora no... Entrégate confiadamente y se feliz…
La voluntad de Dios consiste en cumplir la voluntad y hacerla con alegría. Contemplemos a María Santísima;
“He aquí la esclava del Señor, HAGASE en mi, según tu palabra….”
“Mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador”
“Junto a la cruz estaba María y su Discípulo…”
Que desconcertante puede llegar a ser la Fe… cuando contemplo la anunciación y luego la cruz, me parece dos caminos insalvables… María es plenitud… su voluntad está unida a la de Dios, Si ponemos a Dios en el centro, si Dios es el centro de nuestra vida, si dejamos que sea el centro de nuestra vida, seremos felices, seremos libres, misericordiosos, seremos humanos, seremos hijo, amigos de Jesús.
Tengo que decir con mucha urgencia, yo mismo me tengo que decir todos los días con urgencia.
Hay una sola tristeza en la vida, la de no encontrar la voluntad de Dios y cumplirla, la de no ser un santo.
La única verdadera tristeza, es no encontrar… la voluntad de Dios, todas las demás cosas que consideramos tristeza, hastió, fracaso, desilusión, relaciones rotas, todas esas cosas no son reales (en cierta manera) no son verdaderas tristezas.
La única verdadera tristeza es no encontrar… la voluntad de Dios en tu vida y hacerla… “el no ser un Santo”.
¿Qué significa? Encontrarte y dejarte encontrar por Jesús, vivir un encuentro intimo CON EL no con sus cosas que no es lo mismo, ENCONTRARTE CON EL, luego ser sanado y después ser enviado ¿Quieres ser santo? Entonces busca al Santo. Busca a Dios, déjate encontrar por El, basta de escusas, basta de buenas intenciones, todo eso pasa…
Hay una batalla que se libra en uno mismo y es preciso vencer... hace poco leí una oración y me llego muy hondo en el corazón me gustaría compartirla;
Decálogo de la Serenidad de Juan XXIII
Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente este día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una sola vez.
Sólo por hoy tendré el mayor de los cuidado en mi aspecto, seré cortés en mis modales, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, salvo a mí mismo.
Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino también en este.
Sólo por hoy me adecuare a las circunstancias, sin pretender que todas las circunstancias se adecuen a mis deseos.
Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
Sólo por hoy haré por lo menos una sola cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
Sólo por hoy me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
Sólo por hoy creeré aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.
Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y creer en la bondad.
Hay una sola tristeza en la vida, la de no encontrar la voluntad de Dios y cumplirla, la de no ser un santo. Me interpela, me provoco, me llena de fascinación poder decir que esa alegría de santidad, la alegría de pertenecer a Jesús la veo en tantos amigos… ¡contagiosa alegría! Muchas Gracias a todos por su afecto y cariño y por ser signos del amor de Dios. "El Señor les descubra su rostro y les conceda la paz”
Señor pasaron 26 años quiero ser santo ayúdame, quiero contemplar tu rostro y el rostro del Padre. Maria Madre humilde San Jose sombra del Padre intercedan por mi, ayúdenme a seguir la estrella y no perder el rumbo.
“Mi corazón sabe que dijiste: Busquen mi rostro. Yo busco tu rostro, Señor” Salmo 27,8
¿Qué significa la Santidad? ¿A dónde nos lleva? ¿A quién buscamos?
La Santidad consiste en estar siempre Alegres repetía constantemente Don Bosco.
Después de tanto hablar, creo que es necesario resumir:
Dios es simple porque nunca fue de otro modo, por eso como decía el querido Padre Justo:
Tal vez una sola cosa, una sola frase ¿es necesario repetirlo a cada rato? Desde luego los apotegma deben ser retenidos cuidadosamente… sin fatiga, pero los más importantes, los más altos, los más profundos, son los más breves y los más simples;
Ve directamente a Dios.
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