jueves, 15 de septiembre de 2011
Señor del Milagro, sana los vinculos de la vida
Si la tierra empieza a temblar… ¿que nos queda?
El temblor es la experiencia más fuerte de la inseguridad. Reza el dicho popular “Se me mueve el piso”. La experiencia de la inseguridad, nos habla de nuestras fragilidades. ¿Donde encontramos esa experiencia? ¿Donde? inseguridad en el seno del hogar, en el seno del trabajo, en el seno de la Patria y hasta en el seno de una Madre ¿qué nos pasa?
¡Se nos mueve el piso! ¿donde mirar? ¿a quién mirar? En Salta, allá por el año 1692, miraron al Señor del Milagro de la mano de Maria y hoy años tras años el pueblo de Salta, renueva el pacto con el Señor de la vida, de la mano de María de la Esperanza.
Señor del Milagro reconstruye nuestros vínculos. Permítenos extender los brazos hacia la vida, hacia nuestra Madre, Padre, hermanos y amigos
Reconciliando los vínculos con Dios, podemos recrear los vínculos con los demás…
Unos amigos que llevan 2 años de casados Claudia y Benjamín nos comentaban que para empezar el proyecto de Dios, para crear vínculos con las personas, por ejemplo; para empezar un noviazgo y pensar un futuro, era necesario reconciliarse con Dios, recobrar los vínculos con Dios, sanar el vínculo con Dios. No podemos tener miedo, El es el garante de nuestra dignidad y la fuerza de nuestra seguridad. Ningún hombre que busca la felicidad puede negar a Dios. Ten calma...
Frente a los temblores de la vida, que hacen enemistar, madre con hijo, padre con hijo, hermanos con hermanos, amigos con amigos, Señor, recrea nuestros vínculos.
La Cruz da sentido a la vida de familia y a la vida misma, el problemas es que aun en el corazón de nosotros los jóvenes, de los mayores, hemos perdido el sentido de una cruz fecunda, hemos perdido el sentido de la unidad familiar, nos hemos hechos flojos para aguantarnos mutuamente como enseña San Pablo, nos cuesta soportarnos. El que sabe mirar la cruz encuentra su fuerza, encuentra la fuerza de Dios para rehacer vínculos, sostener amores, para sostener los vínculos de todos los miembros de la familia. Es un desafió ¿cuesta? Si, cuesta mucho.
Señor sana nuestro vinculo de noviazgo para que sea una escuela de don generoso y no de un egoísmo compartido.
Sana los matrimonios, ayúdanos a mirar la vida matrimonial no como sueldos que se juntan, o economías paralelas, sino a reconocer, el camino a la Santidad, a reconocer que somos uno para llevar adelante el yugo, de ahí que viene la palabra cónyuge y que podemos llevarlo porque tú nos has bendecido, porque tú te reflejas en cada esposo, en cada esposa.
Señor sana nuestros vínculos laborales, hemos perdido el sentido del compañerismo y ahora nos miramos como competidores, “tengo que subir escalones de poder... tengo que dominar a los otros” o queremos abusar del otro, es la vieja tentación del menor esfuerzo, “mejor movete por la picardía, deja que el otro ya lo va hacer por vos” ¿donde esta el compañerismo?
Señor sana nuestros vínculos comunitarios, todavía hoy nos cuesta abrir las puertas de par en par, todavía nos cuesta vencer el miedo que nos esclaviza, el miedo que nos hace hijos de la ley, sana nuestros vínculos comunitarios “el que quiera ser el primero, que sea el último” el que quiere ser servidor que lave los pies... como nos cuesta vencer el orgullo y la soberbia, como nos cuesta lavar los pies...
Y los vínculos con la vida ¿cómo están? Enfrentamos la vida o hacemos como hacen todos y terminamos autodestruyéndonos. Insisto y los vínculos con la vida ¿Cómo están? En el fondo tenemos miedo a la vida por eso buscamos la seguridad, nuestra propia protección, es tan grave el temor a la vida que hasta de los niños tenemos miedo, lo consideramos como unos rivales, desde el seno de la madre hasta los pequeños niños que caminan. Y esto es propio de una cultura en decadencia, le paso a Roma, a Egipto. Recuperemos el sentido de la vida. Descubramos en los niños la alegría, la esperanza siempre nueva de jugarnos por ellos, porque nada paga más que la sonrisa de un niño.
Todavía el hombre no se da cuenta que no se realiza haciendo cosas, sino se realiza amando, dando y no acumulando, queriendo acaparar todo
No tengamos miedo a empezar de nuevo. Señor recrea nuestros vínculos, ayúdanos a reconciliarnos contigo para poder extender los brazos a nuestra familia, a nuestros amigos y en la Iglesia toda.