jueves, 15 de septiembre de 2011
Pacto con el Señor del Milagro de la Vida
El sol va perdiéndose sobre los altos cerros que arropan el valle de Lerma, aquí estamos Señor del milagro, Señor de la vida. Aquí estamos junto a María mujer fiel, mujer fuerte del evangelio.
“Yo vine al mundo para que tengan vida y la tengan en abundancia”
Nuevamente tu fascinación que ejerce sobre nosotros nos reúne en esta tarde. El que siente tu llamado, aquel salteño, hombre de buena voluntad que te ama, cuando recuerda tu rostro y piensa en vos, donde quiera que este se siente libre, amado.
Señor tú sigues buscando el amor de un pueblo y no contento con haber bajado del cielo a buscar a la oveja perdida, haber instituido el sacrificio del altar y haber derramado tu sangre en la cruz quisiste venir a esta ciudad de Salta en tu sagrada imagen como buen pastor a buscar a la oveja perdida.
Señor tu nos llamaste desde el bautismo, justamente recordando nuestro bautismo somos los que teníamos sed del encuentro contigo, sed de ser cristianos. Tu nos elegiste, nos diste la vida, conforme crecemos en la vida vamos experimentando que vincularnos contigo, con nuestra familia, con nuestros amigos, en tu Iglesia, es participar de la vida del Padre, es formarnos para asumir tu estilo de vida y tus motivaciones, es correr tu suerte y hacernos cargo de tu misión que es hacer nuevas todas las cosas. Es por eso que vas suscitando en nosotros; abrir las puertas a los niños y a los jóvenes, a los ancianos, a la Familia.
Somos tus discípulos, por eso estamos aquí, esperas de nosotros una vinculación que no es la de los siervos “porque el servidor ignora lo que hace su Señor” sino la de AMIGOS y HERMANOS.
Nos llamas a ser tus amigos, a ser tus hermanos. Nos hace ingresar en tu vida y hacerla nuestra, nos haces escucharte y conocer al Padre. A partir de compartir tu vida con la nuestra, nos haces hermanos. Es la misma vida del Padre la que se hace nuestra en el Espíritu, es la vida en plenitud que nos une a todos en una sola familia, tu Iglesia y nos vincula en una fraternidad profunda. Somos tu Iglesia y por ello somos provocados a ser, en cada una de nuestras comunidades, semilla de una humanidad nueva, mas compasiva, mas fraterna sin miedos… estamos llamados a entrar en la lógica del buen Samaritano, de aquel que come con pecadores y publicanos.
Tu Señor eres la novedad y lo seguirás siendo, eres la novedad a todas las preguntas de los hombres y mujeres que te buscan con buena voluntad. Tu mensaje consolador nos trae la novedad, el mal y la muerte no tienen la última palabra.
Somos tus discípulos, tus amigos por eso estamos aquí. Esperas de nosotros una vinculación de hermanos.
Señor, al pasar por los hospitales donde el dolor y el amor están presente, donde tu moras, te pedio que bendigas a los niños, jóvenes, ancianos que sufren enfermedades.
Te pido Señor que nos des fuerza para proclamar tu evangelio de la Familia.
El Papa Benito XVI nos enseña; “quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de realidad y en consecuencia, solo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas… solo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de un modo adecuado y realmente humano”
Si, digamos Si, María también era joven cuando dijo SI al proyecto de Dios, nosotros hagamos lo mismo.
Gracias, Señor del Milagro, porque también este año nos concedes renovar nuestra esperanza! ¡Tú eres el Buen Pastor que nos conduce a los pastos de la Vida y de la fraternidad!
Haber celebrado el pacto de fidelidad es recrearnos como cristianos, como familia, como pueblo y por eso nos tienes aquí, junto a Ti porque estás junto a nosotros, nos preparas la mesa y nos unges con el óleo de la alegría.
Continúas buscando el amor de tu pueblo. ¡Aquí estamos, Señor!
Tú eres el Dios fiel. Tú eres el Emmanuel, el Dios con nosotros.”
Queridos peregrinos dejemos que nuestro corazón se deje herir por el rayo de la belleza del Señor y virgen del Milagro, vamos a decirle junto a María del Milagro;
Dulce Jesús, Señor del Milagro de la Vida, serás siempre nuestro y que nosotros seremos siempre tuyos.