“Y
como Moisés levanto la serpiente en el desierto, asi es necesario que el hijo
del hombre sea levantado para que todo aquel que creyera, no se pierda, sino
que tenga la vida eterna” Juan 3, 14
Hoy
Celebramos nuevamente la fiesta de la exaltación de la Cruz. Mañana será
nuevamente la procesión y renovaremos juntos el Pacto de Fidelidad;
“Hasta
que no saquen a las calles al Cristo que tienen olvidado no cesaran los
terremotos” (novena)
Se
trata de levantarlo para que no atraiga y nos lleve a su corazón para que nos
convierta.
El
Misterio de la Cruz, está cargada de odio, violencia, crueldad, pero termina
con un inmenso rayo de esperanza, ¡la muerte no tiene la última palabra! La
violencia y el odio han sido transformados en ternura y compasión a través del
amor de Dios, del verbo hecho hombre, entonces empieza a fluir desde nuestro
corazón en el corazón de Jesucristo agua que da vida, amor, paz, nosotros tenemos
que convertirnos en fuente de paz para nuestro mundo dividido. Pero este don
del Espíritu incluye dolor. El dolor y la muerte de Jesús, libremente aceptada,
son seguidos por el dolor y muerte de sus discípulos
“me
alegro cuando tengo que sufrir por ustedes, así completo en mi carne lo que
falta a los sufrimientos de Cristo, para bien de su cuerpo, que es la Iglesia”
Jesús
puede dar un nuevo sentido al sufrimiento, el sufrimiento de Jesús en la cruz
fue redentor, hay 2 tipos de sufrimiento; hay personas que sufren por sufrir y
ese sufrimiento no tiene ningún valor y hay personas que sufren por amar y
porque aman ofrecen su sufrimiento y ese sufrimiento se convierte en sacrificio
y eso es redentor.
Jesús
no escapo al dolor, lo acepto y fue hasta al fin de su misión. Proclamar la
verdad, la verdad de quien era, la verdad de quien es, la verdad de las
promesas que nos ha hecho.
Muchos
lo rechazaron como también rechazaron su mensaje de amor, por no querer cambiar
y ser cambiados, pero a través de sus heridas y su dolor, Jesús nos trae la vida y la esperanza a todos. Abre las
puertas del amor a nuestros corazones quebrantados y al mundo.
El
dolor solo se vence cuando se lo enfrenta. Nosotros huimos cuando hay dolor.
Hoy celebramos aquel que supo enfrentar el misterio del dolor hasta la muerte y
lo vence porque todo Él es amor.
Solo
el amor puede ser más fuerte que el dolor y la muerte. Dios es amor, nos enseña
el evangelista Juan y la historia a partir de Jesús va haciendo un recorrido
por esta buena noticia, el amor es más fuerte que la muerte. El Señor del
milagro proclama la victoria del amor. De un amor Fiel.
Hace
poco alguien me compartía una experiencia:
“Sabes
una cosa, miro a mi hija y no puedo entender porque mi Padre me abandono.”
Cuando
tenemos herida nos recluimos en nuestro propio interior, no queremos
comunicarnos o bien nos enfadamos “vamos a tener que dejar de ir a la casa” es
decir huimos… ¿por qué? Nos cuesta descubrir a Cristo en los demás y sobre todo
en aquel que nos hace daño. Hay un dolor profundo en el alma y por lo tanto “se
crea un muro interior, dificultad para relacionarme y un constante juicio que separa,
todo esto porque tenemos miedo abrir nuestro corazones” Jean Vanier
El
camino de la Cruz es un sendero de dolor, pero de una profunda compasión y
perdón.
Justamente
asi como miras a tu hijas, con esa misma mirada debes mirar a tu Padre, poco a
poco, no te rindas no dejes que tus heridas tomen el timonel de tu vida, ama,
ten compasión.
Es
difícil descubrir en ese mundo de tinieblas, de fantasmas, de angustia, miedo y
caos que nos impiden amar pero amar solamente a los que nos hacen bien ¿es
verdaderamente amar? ¿no es justamente amarse así mismo? ¿Cómo salir de
nosotros mismo para unirnos al que tiene necesidad de ser amado, pero que nos
incomoda, nos molesta y nos despierta en nosotros angustia?
El
muy querido Papa Benito XVI nos enseña, “la grandeza de la humanidad está
determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que
sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad. Una
sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir
mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado
también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana. A su vez, la sociedad
no puede aceptar a los que sufren y sostenerlos en su dolencia si los
individuos mismos no son capaces de hacerlo y, en fin, el individuo no puede
aceptar el sufrimiento del otro si no logra encontrar personalmente en el
sufrimiento un sentido, un camino de purificación y maduración, un camino de
esperanza. En efecto, aceptar al otro que sufre significa asumir de alguna
manera su sufrimiento, de modo que éste llegue a ser también mío”
Dejémonos
que la experiencia del amor nos llene, que la voz del Padre nos haga un sacudón
en la conciencia, capaces de hacernos cargos de nuestros Familiares, Amigos,
Hermanos.
También
el mundo de hoy necesita escuchar esa voz que glorifica al hombre porque le da
capacidad de amar.
Señor
te pido por los que sufren para que encuentre la ayuda que necesitan para
aliviar el dolor y su angustia en lugar de concentrarse en su propio dolor. Todavía
existen muchos hombres y mujeres que siguen siendo crucificados hoy, viviendo
un dolor que sienten absurdo, un dolor con muchos rostros. Todavía hay muchas
víctimas en campos de refugiados, hospitales, barrios carenciados o en las
calles de la ciudad. Muchos son rechazados, arrojados fuera de la sociedad.
Piden a gritos hombres y mujeres misericordiosos que permanezcan a su lado,
como María, al pie de la Cruz y necesitan experimentar esta presencia de amor.