miércoles, 27 de junio de 2012

sin la Eucaristia... no somos...

El desierto tiene una pobreza material y una pobreza espiritual que se expresa de muchas formas, esclavitudes de las que somos conscientes o no y también aquellas que no aceptamos… enseña el Papa Benito XVI, unas de las pobrezas más hondas y tal vez más profundas y ocultas, es la soledad… esta pobreza ¿acaso no nace del aislamiento? ¿De no ser amados o de la dificultad para amar? Con frecuencias son provocados por el rechazo al amor de Dios, o porque el hombre se cree autosuficiente, en ocasiones se da porque el hombre se cree algo insignificante y pasajero, como si fuera un extranjero que solo mira al cielo y por lo tanto se aleja de la realidad, otros piensan que son fruto de un descuido… un descuido… que fuerte ¿no?
 Miremos al autosuficiente, que se aísla en un castillo impenetrable excluyendo a muchos (a veces a multitudes) porque tiene miedo a los demás o una herida profunda en el alma y por lo tanto le cuesta amar, abrir el corazón… muchas veces es porque no puede perdonar o perdonarse, ser el mismo o reconocer en el otro a Jesús y aceptarlo como es,; también están los autosuficientes (en plural) que al creerse perfectos, por ser hijos de la ley, excluyen, cierran o le cierran las puertas a tantos hermanos... nos cuesta vencer la tentación de encerrarnos, “yo quiero misericordia” dice el Señor que alguien escuche mi voz.
 El Papa Benito XVI no enseña " las criatura humana se realiza en las relaciones interpersonales. Cuanto más las vive de manera auténtica, tanto más madura también en la propia identidad personal. El hombre se valoriza no aislándose sino poniéndose en relación con los otros y con Dios".

Paso la Celebración del Corpus Cristi resuena en el corazón un llamado que no calla, ¡comunión! Somos llamados a la comunión y a recrear vínculos desde el corazón de Dios que es Familia, Un Dios que no es soledad sino interpenetración entre el Padre el Hijo y el Espíritu Santo. Somos llamados a la comunión.

“el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”

En la Eucaristía la Trinidad santísima va transformando nuestras relaciones. Allí se descubre que la apertura al otro no es dispersión… sino compenetración profunda, unidad. La eucaristía da sentido a la vida familiar y de los esposos, de ahí la importancia de la Misa dominical de la familia, da amor y verdad, devuelve verdad y compasión a la amistad; santidad, dignidad y esperanza a toda persona humana. Desde la Eucaristía Dios nos va dignificando como personas, animándonos en la prueba, fortaleciéndonos, sin ella, los cristianos no podemos, no somos. Desde ella, la vida es comienzo de vida plena, aurora de resurrección. Esto es así porque “el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día” En la Misa se lleva acabo el memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesucristo.

Si hay un lugar reservado para la eucaristía, donde se establece un verdadero abrazo, de comunión de amor, es la cruz… la cruz es signo de redención, la fecundidad cruz es signo de vida, ¿qué te cuesta? ¿Que no aceptas en tu vida? ¿Tienes miedo? ¿Qué no entiendes? ¿Que buscas? Son algunas preguntas que resuenan en el corazón del hombre. ¿Lo entregas? La cruz entregada es vida entregada. El Papa Benito XVI nos dice “En la comunión sacramental yo quedo unido al Señor con todos los demás que comulgan: “el pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos del mismo pan” dice San Pablo (1Cor 10,17). La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con los demás a los que él se entrega. No puedo tener a Cristo solo para mí; únicamente puede pertenecer en unión con todos los que son suyos o lo serán.” La Eucaristia no solodariza, con el dolor y nos da esperanza con la alegría de los demás. En la Eucaristia se lleva acabo la primavera Pascual, transformando al dolor en esperanzas. El amor es lo que hace de la persona humana la auténtica imagen de la Trinidad, imagen de Dios.