El misterio de la
Navidad comienza en la riqueza profundamente ligada al destino y a la dignidad
de cada uno de nosotros. En Navidad no hacemos recuerdo simplemente de un
nacimiento, ese nacimiento tiene que ver con nosotros, con cada uno de
nosotros, es una invitación a descubrir el sentido de nuestro propio
nacimiento, y la oportunidad de renacer.
En la proclamación del Evangelio de San Juan, contemplando
al niño, entra dentro del corazón del hombre para descubrir como Dios nos está
diciendo, una palabra, que tiene que ver con nosotros, tiene que ver con el
sentido de nuestra vida.
Dios, busca a los hombres y quiere establecer con nosotros
un vínculo y una relación de amigo y el vehículo es la palabra, como sucede en las
relaciones humanas. En la conversación establecemos vínculos, no solamente
decimos cosas... en las palabras, sino también, en un saludo, en la atención que
prestamos, en lo que decimos. Nada es peor que encontrarse con un rostro impávido,
menos simpático, que no revela nada... pero en el rostro de Dios vemos a un Niño que
pide, que necesita, que tiene la precariedad de su niñez porque depende de
nosotros, ese es el Dios que se nos ofrece y nos está hablando a nosotros de lo
que somos y aquello a lo cual estamos llamados a ser, ese Niño que nos habla
desde el pesebre tiene que decirnos algo a nosotros porque trae el secreto del
Padre y conoce profundamente el corazón del Padre. Lo que lo envuelve el
ambiente de la Familia de Nazareth, el clima de pobreza, todo es palabra, el
evangelista Juan contemplando el misterio advierte, que ahí está el sentido de
la historia y de la vida.
“En el principio no está el caos, esta la palabra y estaba
junto a Dios y que se hace hombre”
“ el verbo se hizo carne y habito entre nosotros”
Es decir en la trama
de nuestra historia esta la lógica de Dios, hoy puede sonar esto como que no
tiene nada que ver con Navidad y sin embargo tiene tanto que ver… hoy cuando escuchamos el mundo mediático...¿Que
nos ofrecen como palabra? el vacio, el aparecer, la frivolidad, la pérdida del
tiempo, del pudor, la perdida de la intimidad, en definitiva la perdida de la dignidad y que nos ofrecen los sistemas políticos y
económicos, el caos, la competencia
desleal, el chantaje, la violencia , la
prepotencia, la mentira, la receta fácil que nada tiene que ver con el bien, el
recurso de destruir la propia historia
para justificar el presente que se quiere interpretar desde quien detenta el
poder y la mentira se convierte en propaganda. Frente a eso uno
contempla el misterio de la Navidad y es otra lógica, la lógica de Dios, es la
lógica del ofrecerse, de escuchar, de la pobreza, es el dejarse ayudar, la
lógica de la humildad, el anonadamiento, de la familia, Jesús nunca va dejar de
dar todo, hasta dar la vida por nosotros, Navidad tiene que ver con la
mansedumbre, el silencio, el escuchar, es otra lógica ¿No nos damos cuenta? Es la lógica a la que estamos
invitados nosotros para construir un mundo nuevo, “la civilización del amor”
como decía PabloVI y tantas veces lo repitió el Beato JuanPablo II.
Dios tiene otra
lógica y si a nosotros eso no nos dice nada, menos la navidad, si a nosotros
eso no nos dice nada, navidad no es navidad, simplemente nos quedamos en el
arbolito que brilla o en la cosas que compramos.
En la liturgia que nos precedió hasta llegar a la Navidad
íbamos enciendo las velas formando la corona de la esperanza. En la noche de
Navidad, la luz ocupa un lugar
importante como en la Pascua. En el evangelio de San Juan aparece también, el tema
de la luz y de las tinieblas.
Jesús viene… En la profundidad de la noche se enciende una
estrella distinta, en la profundidad de la noche se enciende una luz distinta, en
la profundidad de la noche la mirada de un Niño, su luz, nos debela nuestra
identidad;
¿Que soy? Un hijo de Dios. ¿Quién soy? Un hijo de Dios.
No siempre aceptamos la luz preferimos las tinieblas de la
esclavitud y nos acostumbramos, los ojos se nos ciegan y nos cuesta ver la luz.
En la persona de Jesús estamos también llamados a
descubrirnos como Iglesia, que en el medio de la dificultad del mundo, somos
llamados a ser luz, no podemos ser testigos de la Esperanza si no trabajamos
por vivir la luz de lo que somos, de nuestra propia identidad; vivir como hijos
de Dios, ser Familia de Dios.
Navidad tiene que ver conmigo, con mi nacimiento con mi
destino con mi vida con la posibilidad de renacer porque es un llamado a
cambiar, Navidad tiene que ver con mi conciencia, por ejemplo: mi conciencia
hoy 25 de Diciembre de 2013 respecto a mi conciencia del 25 de Diciembre de
2012 ¿es más pagana o mas cristiana? Mi vínculo con Dios en la oración, en la
adoración, ¿cómo es? ¿Participo de la adoración? Este es el momento de renacer. Entonces, Navidad tiene que ver con la posibilidad de mirar
distinto. Navidad tiene que ver con nuestro vínculo con Dios y con ser
vehículos de Dios para llevar su luz. Palabra; Verbo, Luz.
La Navidad siempre está cargada de propaganda consumista, pero
a pesar de todo esto, en el corazón del hombre está el deseo de celebrar la Navidad,
el hombre quiere celebrar la Navidad, no nos dejemos ganar, no nos neguemos la
posibilidad de celebrarla también nosotros, abramos el corazón al Niño. Quizás lo podemos contemplar desde una imagen
en el templo, o tal vez lo podemos contemplar en la mirada de los niños, hijos,
sobrinos o algún vecino, contemplemos si Dios ha querido reflejar su rostro en
los niños también lo quiere reflejar en ti, en mí, en todos. Alegrémonos. Feliz
Navidad.