jueves, 2 de enero de 2014

aquel que acoge a un niño en su nombre le acoge a Él

Jesús nos dice: “que aquel que acoge a un niño en su nombre le acoge a Él y que el que lo acoge, acoge al Padre” Lc 9,48. El niño simboliza a todos nosotros, que necesitamos una ayuda más o menos constante, en consecuencia pedir ayuda y dejarse ayudar, tiene como fruto el amor.

“cuando hiciste a uno de estos hermanos míos mas pequeños, a mi me lo hiciste” Mateo 25,40

¿Cómo  puede ser que Jesús se identifique con el que más pequeño, con el que más sufre?
La lógica del amor es distinta a la razón y el poder…  Amar es ponerse al alcance del otro, utilizar su lenguaje, como lo hicieron los primeros misioneros Jesuitas, evangelizando a los Guaraníes, saben una cosa esto es tan importante… no podemos imponer… Jesús no viene a apagar la mecha que humea, no viene a quebrar la caña cascada, al contrario viene a recrear los vínculos confiando en cada uno de nosotros.
Cuando se ama a un niño, se le habla como un  niño, se juega con él como con un niño, de esta forma Dios se hace pequeño para que no tengamos miedo de Él, para que el pueda entrar en una comunión de amor con nosotros.

"El Verbo se hizo carne" para revelarnos lo más valioso que hay en nosotros: nuestro vulnerable corazón, nuestra sed de ser amados y nuestra capacidad de amar, de ser buenos y misericordiosos, de dar vida, lo más importante no es el saber y el poder, sino el Amor.

Excluir, apartar al otro ya sea por su fragilidad, su debilidad, su condición ideológica o por no estar en "mi" grupo o  en"mi" sintonia, saben una cosa la exclusión no es querida por Dios, al contrario, es el fruto del endurecimiento de los corazones... de creernos mejor y mas dignos que el otro... Incluir nos obliga a abandonar a desinstalarnos de nuestras teorías, sueños, pensamientos, opiniones y fantasmas, para vivir la realidad, una realidad a veces dura e inestable, ahí es donde encontramos al “Dios con nosotros” está presente ahí, en lo más profundo de nuestra humanidad, en el corazón mismo de nuestro propio sufrimiento. El evangelio nos interpela, porque su dinámica nos obliga a desinstalarnos… cuanto tenemos que aprender a caminar con aquellas personas que permanecerán apartadas en sus angustias y pobreza.

Tal vez hoy tendríamos que practicar y entender de una buena vez, se trata de acoger… “sed compasivos, como su Padre es compasivo. No juzguen, no condenen y no seran condenados; perdonen y serán perdonados.

Jesús viene como niño, Jesús llama a sus discípulos a la humildad a a la pequeñez. Les llama a ser niños, a no procurar demostrar que tienen razón y que los demás se equivocan. Esta llamada es para vos… pero seguro que es para mí.