Alumbrados por el bello rostro
del niño Dios, acercándonos junto con María y José, celebramos la Solemne
Fiesta de la Sagrada Familia.
¡Felices los que encuentran su
fuerza en ti, al emprender la peregrinación!
Que debemos hacer antes una
sociedad que sucumbe rápidamente en el desaliento y decide dejar la peregrinación
¡Felices los que encuentran su
fuerza en ti, al emprender la peregrinación!
Sólo tenemos que dejarle un sitio
a Dios en nuestro pensar y sentir, como nos dice el Papa Benito XVI: No hay
sitio para Él. Tampoco hay lugar para él en nuestros sentimientos y deseos.
Nosotros nos queremos a nosotros mismos, queremos las cosas tangibles, la
felicidad que se pueda experimentar, el éxito de nuestros proyectos personales
y de nuestras intenciones. Estamos completamente “llenos” de nosotros mismos,
de modo que ya no queda espacio alguno para Dios. Y, por eso, tampoco queda
espacio para los otros
Hoy somos invitados por Dios a
transitar los senderos del amor, estamos invitados a descubrir su rostro en el
rostro de nuestra Familia, en el rostro de tu esposa querido hermano y en el
rostro de tu esposo querida hermana, en el rostro de sus hijos. El camino es la
Fe, el camino es Jesucristo, bien nos dice la palabra de Dios:
Su mandamiento es éste: que
creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros
como Él nos ordenó. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios
permanece en él; y sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que
nos ha dado.
¿Cuál es la lógica de una Familia?
¿Cuál es la Lógica de tu Familia? ¿Cuál es la lógica de Dios? La respuesta es
simple pero nos cuesta; la lógica es el amor.
Si alguno dice: “Yo amo a Dios” y
odia a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano a quien ve,
no puede amar a Dios a quien no ve. Y nosotros hemos recibido de él este
mandato: Que el que ama a Dios, ame también a su hermano.”
“La Fe sin la caridad no da
fruto, y la caridad sin la fe seria solo un sentimiento constantemente a la
duda, la fe y el amor se necesitan mutuamente.” (Porta Fide)
Fe en Dios
¿En qué Dios creó? ¿Cuál es el
centro de nuestra vida familiar? ¿Nos arriesgamos a creer en su Encarnación? ¿Creemos
en un Dios que se hace comunión? ¿Creemos
en un Dios que humaniza? ¿Creemos en un Dios que nos mira desde arriba y que es
envidioso de nuestra libertad? ¿Creemos en un Dios que nos aleja de la realidad
y nos aísla? ¿En qué Dios creemos? ¿Creemos en un Dios cercano? ¿Creemos en un
Dios que nos alimenta con su cuerpo?
Amor Amable
¿Hacemos amables nuestra casa?
¿Nuestra familia es una carga? ¿Solo amamos a los que nos caen bien?¿Ayudamos
al otro a crecer en libertad?¿Somos creativos? ¿Estamos dispuestos a perdonar?
¿nos Hablamos? ¿nos Escuchamos? ¿Tenemos paciencia? ¿Somos agradecidos? ¿nos dejamos amar por el otro?
El Fruto de Paz
Muchas veces cuando no
experimentamos la paz porque sufrimos o tenemos dificultades o porque no
estamos en comunión con Dios y con los demás, pedimos y anhelamos la paz del
Señor.
El año de la Fe tenemos que
vivirlo como familia que contempla en el otro, el rostro transfigurado de Dios.
Tal vez tendríamos que hacer un examen de conciencia pero a la sombra de la
esperanza y preguntarnos como vivimos la fe y el amor.
La Fe en Dios, el amor en la Familia
dan fruto de Paz, pero solamente en la medida que se reconoce el Don de Dios,
la Familia crece y da fruto cuando reconoce que la Familia es un regalo. La
Familia prospera cuanto más se unen en comunión entre sus miembros y esto nos
cuesta mucho porque siempre nos evadimos creyendo que construimos la Paz, nos
cuesta entrar en relación con los demás… y perdemos de vista el Don… nos cuesta
enfrentar las dificultades, la monotonía de los días aparentemente siempre
iguales, nos cuesta aceptar al otro porque nos cuesta reconocer el Don, en el
fondo huimos de nuestras propias heridas que vemos reflejado en el otro.
Hay cosas que podemos cambiar,
sólo podemos aceptarlas. Hay relaciones que a lo mejor no van a cambiar nunca,
por mucho que lo intentemos. Sin embargo, siempre podemos dar más en lo que nos
toca a nosotros. A veces nos guardamos y dejamos que otros den porque sentimos
que siempre damos nosotros. Queremos que el reparto sea equitativo y apelamos a
una justicia muy humana. Nos cerramos en nuestro orgullo y amor propio
sintiéndonos siempre ofendidos, incapaces de reconocer y aceptar nuestra parte de
culpa. ¡Hay tantas cosas que pueden cambiar en nosotros! ¡Cuánto rencor que no
olvidamos! ¡Qué difícil perdonar cuando ha pasado el tiempo y la herida es más
profunda y está abierta en lo más hondo del corazón! Sin embargo, cuando no hay
perdón tampoco hay liberación del alma. Siempre permaneceremos esclavos y
agobiados por no ser capaces de perdonar de corazón, con humildad, venciendo
nuestro orgullo herido. Es verdad que parece fácil decirlo y proponerlo como un
deseo del corazón. Pero luego no es tan fácil, porque el perdón es un don que
Dios nos concede.
Ana reconoce el Don de Dios,
reconoce en su hijo y su familia, la manifestación predilecta de Dios.
En aquellos días, Ana concibió y a su debido tiempo dio a luz a un hijo, al que puso el nombre de Samuel diciendo: "se lo he pedido al Señor"
Quisiera pedir por todas las
Familia divididas por el odio, infidelidades y rencor, quisiera poner en tu
humilde cuna a todos los niños que no conocen el calor de una Familia. Quisiera
tambien poner a todos los noviazgo para que puedan conocerse y crecer en el
arte de compartir.
Fe, Amor y Paz
“Que marido y mujer de rodillas
contemplen sus hijos, y que por ellos encuentren la fuerza de continuar. Y que
en su firmamento la estrella que tenga más brillo, pueda ser la esperanza de
paz y certeza de amar… Bendecid, oh Señor, las familias. Amén. Bendecid, oh
Señor, la mía también.”