domingo, 30 de diciembre de 2012

Fe Amor y Paz




Alumbrados por el bello rostro del niño Dios, acercándonos junto con María y José, celebramos la Solemne Fiesta de la Sagrada Familia.

¡Felices los que encuentran su fuerza en ti, al emprender la peregrinación!

Que debemos hacer antes una sociedad que sucumbe rápidamente en el desaliento y decide dejar la peregrinación

¡Felices los que encuentran su fuerza en ti, al emprender la peregrinación!

Sólo tenemos que dejarle un sitio a Dios en nuestro pensar y sentir, como nos dice el Papa Benito XVI: No hay sitio para Él. Tampoco hay lugar para él en nuestros sentimientos y deseos. Nosotros nos queremos a nosotros mismos, queremos las cosas tangibles, la felicidad que se pueda experimentar, el éxito de nuestros proyectos personales y de nuestras intenciones. Estamos completamente “llenos” de nosotros mismos, de modo que ya no queda espacio alguno para Dios. Y, por eso, tampoco queda espacio para los otros

Hoy somos invitados por Dios a transitar los senderos del amor, estamos invitados a descubrir su rostro en el rostro de nuestra Familia, en el rostro de tu esposa querido hermano y en el rostro de tu esposo querida hermana, en el rostro de sus hijos. El camino es la Fe, el camino es Jesucristo, bien nos dice la palabra de Dios:

Su mandamiento es éste: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como Él nos ordenó. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.

¿Cuál es la lógica de una Familia? ¿Cuál es la Lógica de tu Familia? ¿Cuál es la lógica de Dios? La respuesta es simple pero nos cuesta; la lógica es el amor.

Si alguno dice: “Yo amo a Dios” y odia a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y nosotros hemos recibido de él este mandato: Que el que ama a Dios, ame también a su hermano.”
“La Fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin la fe seria solo un sentimiento constantemente a la duda, la fe y el amor se necesitan mutuamente.” (Porta Fide)

Fe en Dios

¿En qué Dios creó? ¿Cuál es el centro de nuestra vida familiar? ¿Nos arriesgamos a creer en su Encarnación? ¿Creemos en un Dios que se hace comunión?  ¿Creemos en un Dios que humaniza? ¿Creemos en un Dios que nos mira desde arriba y que es envidioso de nuestra libertad? ¿Creemos en un Dios que nos aleja de la realidad y nos aísla? ¿En qué Dios creemos? ¿Creemos en un Dios cercano? ¿Creemos en un Dios que nos alimenta con su cuerpo?

Amor Amable

¿Hacemos amables nuestra casa? ¿Nuestra familia es una carga? ¿Solo amamos a los que nos caen bien?¿Ayudamos al otro a crecer en libertad?¿Somos creativos? ¿Estamos dispuestos a perdonar? ¿nos Hablamos? ¿nos Escuchamos? ¿Tenemos paciencia? ¿Somos agradecidos? ¿nos dejamos amar por el otro?

El Fruto de Paz



Muchas veces cuando no experimentamos la paz porque sufrimos o tenemos dificultades o porque no estamos en comunión con Dios y con los demás, pedimos y anhelamos la paz del Señor.
El año de la Fe tenemos que vivirlo como familia que contempla en el otro, el rostro transfigurado de Dios. Tal vez tendríamos que hacer un examen de conciencia pero a la sombra de la esperanza y preguntarnos como vivimos la fe y el amor. 

La Fe en Dios, el amor en la Familia dan fruto de Paz, pero solamente en la medida que se reconoce el Don de Dios, la Familia crece y da fruto cuando reconoce que la Familia es un regalo. La Familia prospera cuanto más se unen en comunión entre sus miembros y esto nos cuesta mucho porque siempre nos evadimos creyendo que construimos la Paz, nos cuesta entrar en relación con los demás… y perdemos de vista el Don… nos cuesta enfrentar las dificultades, la monotonía de los días aparentemente siempre iguales, nos cuesta aceptar al otro porque nos cuesta reconocer el Don, en el fondo huimos de nuestras propias heridas que vemos reflejado en el otro.

Hay cosas que podemos cambiar, sólo podemos aceptarlas. Hay relaciones que a lo mejor no van a cambiar nunca, por mucho que lo intentemos. Sin embargo, siempre podemos dar más en lo que nos toca a nosotros. A veces nos guardamos y dejamos que otros den porque sentimos que siempre damos nosotros. Queremos que el reparto sea equitativo y apelamos a una justicia muy humana. Nos cerramos en nuestro orgullo y amor propio sintiéndonos siempre ofendidos, incapaces de reconocer y aceptar nuestra parte de culpa. ¡Hay tantas cosas que pueden cambiar en nosotros! ¡Cuánto rencor que no olvidamos! ¡Qué difícil perdonar cuando ha pasado el tiempo y la herida es más profunda y está abierta en lo más hondo del corazón! Sin embargo, cuando no hay perdón tampoco hay liberación del alma. Siempre permaneceremos esclavos y agobiados por no ser capaces de perdonar de corazón, con humildad, venciendo nuestro orgullo herido. Es verdad que parece fácil decirlo y proponerlo como un deseo del corazón. Pero luego no es tan fácil, porque el perdón es un don que Dios nos concede.

Ana reconoce el Don de Dios, reconoce en su hijo y su familia, la manifestación predilecta de Dios.

En aquellos días, Ana concibió  y a su debido tiempo dio a luz a un hijo, al que puso el nombre de Samuel diciendo: "se lo he pedido al Señor"

Quisiera pedir por todas las Familia divididas por el odio, infidelidades y rencor, quisiera poner en tu humilde cuna a todos los niños que no conocen el calor de una Familia. Quisiera tambien poner a todos los noviazgo para que puedan conocerse y crecer en el arte de compartir.

Fe, Amor y Paz

“Que marido y mujer de rodillas contemplen sus hijos, y que por ellos encuentren la fuerza de continuar. Y que en su firmamento la estrella que tenga más brillo, pueda ser la esperanza de paz y certeza de amar… Bendecid, oh Señor, las familias. Amén. Bendecid, oh Señor, la mía también.”