Vayamos
a Jerusalén (visión de Paz)
“Se
encontraban los Pastores dentro de la Noche Sagrada sin saberlo y en el Portal
donde se escondía el centro del cielo y del mundo, en la carne, nacía el Verbo,
el Mesías, pero ellos no lo sabían”
…les
traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Hoy, en la
ciudad de David le ha nacido un Salvador…
…Vayamos
a Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha anunciado…
Corrieron
allí y encontraron al Rey. En el mundo de los pastores había nacido el Pastor,
en la oscuridad se hallaba la Luz, en el frio el Ardiente Amor. El niño
envuelto en pañales, en el regazo de María: la Eucaristía en el regazo de la
Iglesia.
Alegrémonos,
cantemos alabanzas, Dios está con nosotros, no estamos solos, ¡Alegrémonos!
Esta es una noche de Paz, ¡Noche de Amor! Vayamos al portal de Belén.
Junto
con el Ángel, Apareció de pronto una multitud del ejercito celestial, que
alababa a Dios, diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra, paz a
los hombres amados por El!
“De la
Gloria de Dios vendrá bendición y abundante paz, para vos, para mí y a quien
quiera venir a la Gloria de Dios.”
Ven, ven
a la Gloria de Dios, ven querido hermano, querida hermana, vengan jóvenes y
niños. Alegrémonos vengan…
La
región de Judá (Confesión)
La fiesta de Navidad de un modo muy particular, suele poner
en el corazón de nuestra conciencia, situaciones que son profundamente humanas,
es un tiempo en el que los vínculos mismos que constituyen nuestra vida o que
están en la base de nuestra vida, son revisados, porque tenemos un poco más de
tiempo, porque nos vamos a encontrar con la Familia, porque no nos podemos
encontrar con la Familia, porque estamos llegando a fin de año y evaluamos lo
vivido… surge en el corazón alegrías, experiencias de insatisfacción,
tristezas, en algunos casos hasta ciertos resentimientos y conflictos, se trata
ni más ni menos que de los vínculos, ni más ni menos del propio proyecto de
vida que es revisado a luz del misterio de la Navidad, muchas veces solo
intuido, pero de alguna manera percibido como algo que tiene que ver con lo
profundo de nosotros mismos.
Detrás de lo que puede ser un brindis, de los buenos
deseos, esta la vida de cada uno de nosotros y emerge generalmente en la
Navidad y me parece a mí justamente que en eso que emerge, en eso profundo de
nosotros mismo, nosotros tenemos que crear un espacio para que el niño Dios
nazca.
Navidad es una oportunidad para dejar que el canto de la
esperanza toque los vínculos, toque los proyectos, toque nuestra propia
persona, y ahí donde se entremezclan alegrías y tristezas, experiencia de
satisfacción profundas pero también de insatisfacción, ahí nosotros
tenemos que escuchar, ¡Dios te ama! pero pronunciado por parte del Padre,
en el rostro mismo del niño Jesús.
Frente a la experiencia de un tiempo que acaba y yo evaluó,
de parte de Dios viene un ofrecimiento de un tiempo que nace y que se convierte
en una nueva oportunidad. El amor de Dios tiene los rasgos de un niño y un niño
siempre es una oportunidad. Con varios amigos ya sea porque han sido Papas o
porque son Abuelos o simplemente Tíos, comprobamos como la llegada de un niño,
de una nueva vida, cambia las relaciones en la Familia y genera siempre
expectativas, alimentando la esperanza.
Se trata en este caso de celebrar la vida del Hijo de Dios
que se ha hecho hombre y nuestro hermano y que tiene los rasgos no de una
omnipotencia que aplasta, no viene con todo el poder o con los signos del
poder. Los signos de su poder es el servicio, el necesitarnos, el esperar que
lo ayudemos si al fin y al cabo es un bebe.
El salmo nos invita a cantar un canto nuevo;
“Canten un canto nuevo… toda la tierra ha visto la
salvación del Señor”
Hoy en Navidad es una oportunidad de ver los muchos signos
de salvación con lo que Dios me acompaña y me rodea aun en medio del dolor y de
la dificultad y al ver los signos de salvación en mi propia vida y en mi
Familia,
Cantar… con esperanza y con mucha alegría.
Cantar sabiendo que el canto es la expresión del que
ama. Como decía San Agustín; “sabernos amados por Dios provoca en
nosotros una respuesta de amor que se hace canto”. Quisiera que en la Celebración
de la Eucaristía, en torno a la Mesa del Altar, que es el pesebre más perfecto, cantar… o al menos susurrar… al lado
del que está sufriendo, este canto de esperanza; enfermos, tristes,
abandonados, frustrados, con una experiencia de exclusión…
Quisiera decirle que pueden
cantar el canto nuevo, porque
el niño Dios es siempre una aurora nueva que
nos habla de una nueva oportunidad que Dios nos da para vivir y para vivir con
verdadero sentido.
Belén
(Casa del Pan)
Cuando
traía entre mis brazos a la bella imagen de Jesús, que se hace niño y al
recostarlo en el pesebre, surgía en mi corazón decir; se lo acostó en el
pesebre para que con el trigo de su carne se alimentasen todos los hombres y no
permanecieran en ayunas.
Dios
tiene sed de comunión con el hombre, nosotros tenemos sed de Comunión con Dios.
Somos llamados a la Comunión con nuestra Familia y Hermanos, esta realidad se
desarrolla a diario y no la percibimos.
El Padre
Justo se preguntaba ¿Cuál es el primer mensaje que recibimos de Dios? La
sonrisa de una Madre. ¿Por qué? “La mirada y la sonrisa de una Madre
llenan de alegría el corazón del hijo, la mirada y la sonrisa del hijo llenan
de alegría el corazón de la Madre. Se revelan el uno y el otro. No se
sabe, si la Madre da más al hijo o si el hijo da más a la Madre.
¿Qué
sucede en este vaivén del amor? A través de la sonrisa y la mirada de una Madre
o de un Padre y del hijo, ambos revelan al otro: ¡Eres bello! ¡Eres digno de
ser amado! ¡Eres valioso! ¡Eres importante para mí!” Jean Vanier
Contemplemos
al niño Dios, dejémonos interpelar por su mirada. ¿Qué nos dice? el niño Jesús,
es el signo de una sonrisa de un Dios que sigue confiando en la humanidad y
también la Familia es el signo de esa sonrisa, de un Dios que sigue confiando
desde cada hogar.
Que la
Navidad entonces irrumpa en nuestro corazón con alegría y en el corazón de
nuestra Familia, porque Dios quiere darnos una nueva oportunidad, no le
cerremos la puerta… celebremos de verdad la Navidad, que María Santísima y San
José, poniéndose cerca de nosotros nos enseñen ese arte de ser humildes que los
caracterizo y los hizo capaces de ver en el rostro de Jesús, del niño, el
rostro mismo del amor de Dios.
¡Feliz
Navidad Alegrémonos!