miércoles, 17 de octubre de 2012

¡Señor, te daré gracias por siempre!





Nuevas sendas en la montaña, el atardecer va corriendo sus cortinas y en el cielo empieza a dibujarse las estrellas. Llega la noche, Señor la noche es testigo de innumerables sucesos…

Es testigo de la creación; Al principio creo Dios los cielos y tierra. Los abismos cubrían la tierra, mientras el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas. Y dijo Dios, que exista la luz… y separo a la luz y llamo día y a las tinieblas noche.

Como la noche en que le hablaste a Abraham y lo constituiste Padre de muchos “levanta la mirada al cielos y cuenta si puedes las estrellas”

Como la noche en que sacaste de Egipto a nuestros Padres, los hijos de Israel y lo hiciste pasar milagrosamente por el mar rojo
Así como la noche de la Anunciación; “la sombra del Altísimo te cubrirá”

Como la noche suave y gozosa en Belén “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombre de buena voluntad”

Como la noche del Cenáculo en la última Cena donde lavaste los pies a tus apóstoles y sellaste con Tu Cuerpo y Sangre la nueva Alianza.

Como la noche de Gloria y Resurrección, madre de todas las vigilas, “era de madruga…”
Esta noche seré testigo de tu obra de Señor.

Sebastian paradójicamente te conocí una noche en la jornada de oración por las vocaciones. Pero también en la noche de luto por el fallecimiento de tu Mamá y un tiempo después tú hermana… es muy doloroso… es un misterio…

En el caminar me atrevo a decir que hubo; noches de dudas, desesperación, miedos, soledad, noche… también estuvieron las noches que abrigaron esperanza, vida, renovación, gozo.

Creo que el sufrimiento en cualquiera de las formas te ponen ante una situación de pregunta, en la que surge la conciencia de que hay otro que me escucha, al que busco, al que le pregunto ¿por qué? ¿Quién eres? y al que pido que me ayude. Bien reza el salmo de tu tarjeta recordatorio de tu ordenación Diaconal:

“tu cambiaste mi luto en danza, me quitaste el sayal y me vestiste de fiesta, para que mi corazón te cante sin cesar. ¡Señor, te daré gracias por siempre!” Salmo 30, 12-13


Soy testigo que tu vida se fue transformando en una entrega sin mezquindades, con un corazón siempre dispuesto a escuchar a Dios y a sus inspiraciones. Supiste caminar y abrazar tu vocación que no te pertenece porque es don gratuito de Dios.

Ha llegado la hora. Paso el tiempo has crecido, por mucho que aun falte, mas aun lo que falta por aprender lo debes aprenderlo fuera del seminario, como reza el dicho popular, “la formación es para siempre, pero la casa de formación no”. El Seminario te abre sus puertas no para recibirte como en la primera vez, sino para decirte que ya ha llegado la hora de partir… y tienes que abandonarlo y avanzar, así como has tenido el coraje para entrar y seguir adelante a pesar de todo… ahora debes salir no solo físicamente sino con todo el corazón.

Ha llegado la hora, es el momento para lo cual te formaste desde siempre, es hora de entregarte a tu comunidad en medio de sus problemas conviviendo con sus dolores y alegrías. Ya no mas parciales, ni trabajos pacticos, tampoco visitas acortadas (de 5 a 6 si no mal recuerdo). Ahora la vida, la gente y Jesús habitando con vos de la mano de María Santísima y San José, pero quizás es menos romántico que lo que parece, ahora tienes otras urgencias y otros horarios, otros timbres que sonaran mucho más seguido que los timbres que suenan en el seminario. Ahora vienen las cercanías con tus Párrocos, y más de una vez extrañaras el más difícil formador.


Tengo la obligación de decirte que tendrás fracasos más duros que un aplazo, que serás muchas veces desafiado en tu entrega, muchos despreciaran tu amor. Estarás cansado y alguien te pedirá  ayuda, harás el bien y alguien te calumniara, te formaras lo mejor por amor a la comunidad pero para muchos tus proyectos serán ridículos, sin descontar que también te equivocaras y que los demás muchas veces tendrán razón en criticarte, que también experimentaras la tentación del autoritarismo del poder, de la comodidad, del sexo y del dinero y tal vez sucumbas algunas veces.

Debes tener el coraje para pararte cuando hayas fallado, a seguir amando a tu comunidad cuando te rechace, a ser capaz de presentarte humilde y arrepentido.

Que cabe retener de lo que viviste, muchas cosas… pero sostenida de otra manera, la compañía de tu familia, amigos y de tus pares. El amor Familiar que une los corazones para seguir adelante a pesar del dolor. La cercanía de tus amigos. Pero todo transformado a favor de la Iglesia. La capacidad de consejo, del habla y de la escucha, ya no porque eso depende la permanencia en el seminario sino para transparentar tu decisión de seguir a Cristo. La lectura y la formación permanente, ya no porque los parciales urgen, sino porque lo haces por amor a los hombres y a Dios.

La alegría de tu familia cuando en la vida profeta empieces a conocer las dificultades y decepciones por la evangelización de los hombre y de la misma realidad.

La oración profunda, porque no hay sacerdocio sin encuentro, no hay misión sin encuentro con el Dios con nosotros. “Y Dios se hizo carne y habito entre nosotros”. La oración confiada y silenciosa de tu Madre, Ella amaba profundamente a María en la advocación de la Auxiliadora de los cristianos “hagan lo que Jesús les diga” El servicio de tu hermana. Todo transformado para el bien de los hombres y de la Santa Iglesia


Me atrevería a decirte que es lo que tienes que retener de mi amistad. Nada. Lo único que puedo decirte; ve directamente a Dios.

Que podría decir yo: solo soy un testigo que esta muy agradecido por tal providente amistad;

“¡tengo un hermano-amigo Santo!”





“tu cambiaste mi luto en danza, me quitaste el sayal y me vestiste de fiesta, para que mi corazón te cante sin cesar. ¡Señor, te daré gracias por siempre!” Salmo 30, 12-13

Muy querido Seba, parte con paz y alegría, la oración y el amor de tu familia y amigos, la oración y el amor te acompañaran siempre.




-Dedicado para mi amigo, hermano, Apóstol de Jesucristo, el Padre Diacono Sebastian y para Fray Alberto “el Perro” que hace poco me llego la invitación de su Profesión Solemne de entrega total a Dios-