miércoles, 9 de noviembre de 2011

Caminando con sabios

Cada día, el viejo sabio caminaba tranquilamente. Sus discípulos eran escasos, porque él no se mostraba hablador. Hablaban ellos y él se contentaba con una ligera inclinación de cabeza o con una reflexión aquí y allá. Enseñaba más con sus actos que con sus palabras. A ellos les correspondía averiguar el significado.
A veces le llamaban el sabio loco por su manera de desconcertar a sus estudiantes.
Un día, una de ellos le preguntó:
- ¿Puedo hablar contigo?
- Por supuesto. Estáte mañana por la mañana en el ciruelo a la salida del sol.
A la hora convenida, el estudiante acudió a la cita. El sabio no estaba. El tiempo pasó y pasó. Por fin, el joven se fue, decepcionado.
Al día siguiente, cuando volvió a ver al sabio, exclamó:
- ¿Dónde estabas? No te vi bajo el ciruelo.
- Estaba en el árbol. ¿Por qué no miraste arriba? Ya te lo dije muy claro: “En el ciruelo.” Escucha lo que te dicen y aprende a observar a tu alrededor. No te quedes con lo que parece obvio.

De Carlos Vallés sj