Doy Gracias a Dios porque nuevamente comenzamos el
tiempo del Milagro. Tiempo de Cruz y Resurrección. Amor que busca amor, nos
llama a la conversión, a la comunión a salir de nosotros mismo… a ser misionero
de comunión.
Cristo tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí
las enfermedades.
Los evangelios
nos invita a ver a Jesús, como aquél que viene acercándose hacia lo más
profundo de la condición humana, hasta el misterio de la enfermedad, del dolor,
las angustias, preguntas, búsquedas, nos muestra al Señor, justamente como el
Dios que se acerca a nosotros, que se pone a la par. Un Dios que no nos envía
al mundo y nos dice: ¡arréglatela como puedas! Dios, nuestro Dios, es un Dios que siendo el principio de todas las
cosas, el principio de la misericordia y el amor no está lejos, sino que está
cerca; no se individualiza en un lugar determinado, sino que comparte, se
acerca a los sufrimiento y alegrías de las personas, es un Dios nuestro.
“Ámense unos a otros, como yo los he amado”
¿Que no pasa
a nosotros? Siempre está la tentación de querer encerrarnos, siempre. A mirar
desde arriba… lo cual devela nuestro miedo a la comunión, reza el dicho popular
“se está mejor en casa”
Jesús aparece en el Evangelio con una sed de
comunión, arrimándose al hombre en su necesidad, en su dificultad en sus
búsquedas de la verdad ¿Cómo se arrima el Señor? Contemplemos la escena donde Jesús cura a la suegra de
Pedro, podemos
prestar atención a los verbos que usa el evangelista Marcos, para mostrar cómo
actúa el Señor:
…Él se acercó, la tomo de la mano y la hizo
levantar, entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos…
A partir de Jesús, nosotros contemplamos en su rostro,
los rasgos humanos de Dios. Podemos acercarnos a Dios y aprender de las
aptitudes, de los sentimientos, ver como El nos ve, mirada delicada y dulce, mirada
misericordiosa como cuando se asoma a la ventana para ver si viene el hijo
prodigo. Hagamos el intento acerquémonos y aprendamos de su mirada celestial.
Así nos lo enseña, por ejemplo cuando habla en la Parábola de la oveja perdida,
y muestra la búsqueda del pastor que llega a la única oveja, aun dejando las
noventa y nueve: ése es Dios, ése es Jesús.
“La tomó de la mano”
Llega hasta
la necesidad misma del hombre, se hace uno con nosotros, Jesús se arrima a cada
uno de nosotros. El tocar, el compartir, el hacerse uno con nosotros es propio
de Cristo; no necesitamos ir a buscarlo, Él viene a nosotros. Lo buscamos
porque Él nos busca primero. Jesús es un eterno buscador… “Amor que busca amor”
reza una de las oraciones de la novena al Señor y Virgen del Milagro.
Miremos al generoso… dice Jean Vanier; la generosidad consiste en arrojar semillas
de bondad, en hacer el bien a los demás, en ejercer las virtudes heroicas, en
dar dinero, dedicarse a los demás, etc. El generoso es fuerte, tiene poder,
hace pero no se deja tocar, no es vulnerable.
“El se acerco y la tomo de la mano”
En la comunión uno se vuelve vulnerable, se deja
tocar por el otro, es un tomar y dar amor, un reconocimiento mutuo que puede
hacer brotar la celebración y la sonrisa o puede llegar a lo profundo con la
compasión y las lágrimas.
“Y la hizo levantar”
la cercanía
de Dios dignifica, purifica, sana, Jesús nos sana, tiene la capacidad de
levantarnos de nuestra enfermedad, complejos, miedos, imperfecciones, miserias,
un pecado que te cuesta y que Jesús lo sabe y le pides; ¡ por favor, ayúdame, sáname!
Jesús no vende recetas, no nos deja librado a la suerte, El llega hasta la
raíz, hasta el dolor y nos SANA. ¿Lo crees?
¿Cómo estamos nosotros? ¿Cómo comenzamos este tiempo
del milagro? tenemos luces y sombras, traemos heridas y enfermedades, esas que
están en el corazón, y el Señor al arrimarse, y al acercarse nos va poniendo de
pie, que es la posición propia del hombre. No se trata de aptitudes mágicas, instantáneas,
simplemente es la compañía de un Dios que a veces se hace bastón, a veces nos
levanta, a veces nos acompaña… pero así es Dios, no nos deja solo.
Dice el Evangelio que la suegra de Pedro, se puso a
servirlos…
El signo de la
salud, de la persona que se sabe digna y amada, recrea en su corazón la
capacidad de servir.
Dios nos da la
posibilidad de conocer a mucha gente buena, gente servidora, chicos o grandes,
mujeres u hombres, ricos o pobres, gente que tiene capacidad de servicio y está
atenta hacia el otro. Justamente un signo
de cansancio… es cuando uno pierde la capacidad de servir. El hombre sano
es capaz de servir, de mirar más allá de su preocupación y mirar el rostro del
otro.
Qué bien nos
viene cuando alguien simplemente se da cuenta y te dice: ¿estás bien? ¿Qué te
pasa? Porque te atiende, te vio, te descubrió y tiene capacidad de servir; en
el fondo es una persona digna. ¿Qué te pasa?
María Santísima
Gloria de este pueblo, ayúdanos a ser misioneros de comunión como tú lo fuiste
cuando presurosa corriste a servir a tu prima Isabel.
Vivamos con
alegría este tiempo de Gracia, no tengamos miedo, de abrir nuestro corazón… EL
nos escucha…
Señor acércate,
danos la capacidad de servir, en lo pequeño, en lo sencillo, en nuestro alrededor,
acércate dignifícanos. Señor del Milagro acércate
…Él se acercó, la tomo de la mano y la hizo
levantar, entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos…
(Dedicado para Percyto, Cachi, Tere y Lia, Chango Dip, Los Jope)
(Dedicado para Percyto, Cachi, Tere y Lia, Chango Dip, Los Jope)