viernes, 24 de agosto de 2012

Feliz de ti por haber creído


Un fría mañana se levanta… un calor nace  desde lo hondo del corazón

Alégrense, alégrense siempre en el Señor…

Siguiendo la estrella, caminando con la Sagrada Familia de Nazareth, comunidad de Fe, no tenemos que olvidar que el acto de creer tiene que transparentar la alegría de la Fe.

“Alégrate María”

Contemplando el anuncio del Arcángel Gabriel, podemos ver que antes de decirle lo que en Ella iba suceder, la invita a revestirse de alegría. La alegría es la puerta del anuncio de la buena noticia y también la consecuencia de vivir la Fe. El que cree recibí aquella bienaventuranza que atraviesa toda la historia pronunciada por Santa Isabel

“Feliz de ti por haber creído”

El Papa Benito XVI no enseña que “la fe nos libera del aislamiento del yo y nos lleva a la comunión: el encuentro con Dios es, en sí mismo y como tal, encuentro con los hermanos, un acto de invitación, de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás”

Imitemos a María Santísima, Ella no se queda en la noticia, supo escuchar al corazón y conmoverse, supo estar cerca, la cercanía es consecuencia de una fe fecunda en amor, que sabe hacer de la cercanía su identidad, su nombre, su misión: “y lo llamará con el nombre de Emanuel”

¿Qué es el cielo? Jesús ¿Que es el voto de la Alegría? Jesús

A medida que pasa el tiempo y vamos viviendo y experimentando el voto de la Alegría, vamos descubriendo como caras de un diamante que brilla con una luz que nos fascina día a día.

El otro día Percyto me decía que la alegría es voluntad y el Chango Dip me decía que además era sentimiento, yo le agrego que también es don.
Sigamos entusiasmando junto con la Sagrada Familia de Nazareth a todos las Familias la alegría y belleza de la Fe.

El entusiasmo, el fervor al cual nos llama el Señor, bien sabemos que no puede ser el resultado de un movimiento de voluntad o un simple cambio de ánimo. Es gracia... don gratuito, renovación, transformación profunda que se fundamenta  en el encuentro con una Persona, Jesucristo, que un día nos llamó a seguirlo y que hoy, una vez más, se hace camino con nosotros, para transformar nuestros miedos en ardor, nuestra tristeza en alegría, nuestros encierros en  comunión…

Leía por ahí que La palabra entusiasmo tiene su raíz en el griego “en-theos”, es decir: “que lleva un dios adentro.”
Cuando nos dejamos llevar por el entusiasmo, una inspiración divina entra en nosotros y se sirve de nuestra persona para manifestarse. Ahora comprendo porque en la CcCD nos dicen que “fomentemos la expectativa”
El entusiasmo es la experiencia de un “Dios activo dentro de mí” para ser guiado por su fuerza y sabiduría. Implica también la exaltación del ánimo por algo que causa interés, alegría y admiración, provocado por una fuerte motivación interior. Se expresa como apasionamiento, fervor, audacia y empeño. Se opone al desaliento, al desinterés, a la apatía, a la frialdad y a la desilusión.

Señor “Mi corazón sabe que dijiste: Busquen mi rostro. Yo busco tu rostro, Señor” Salmo 27,8 Sigamos con alegría fruto de la fe en Cristo Resucitado “los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor”, (Jn. 20,20) dejémonos  “iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo…” (Carta Apostólica Porta Fidei)

lunes, 20 de agosto de 2012

Soneto

Si para recordar lo recordado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado.

si para estar ahora enamorado
fue menester haber sufrido lo sufrido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino despues de haberlo padecido.

porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene florido
vive de lo que tiene sepultado

- Francisco Luis Bernandez -

domingo, 12 de agosto de 2012

la tomo de la mano


Doy Gracias a Dios porque nuevamente comenzamos el tiempo del Milagro. Tiempo de Cruz y Resurrección. Amor que busca amor, nos llama a la conversión, a la comunión a salir de nosotros mismo… a ser misionero de comunión.

Cristo tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí las enfermedades.

Los evangelios nos invita a ver a Jesús, como aquél que viene acercándose hacia lo más profundo de la condición humana, hasta el misterio de la enfermedad, del dolor, las angustias, preguntas, búsquedas, nos muestra al Señor, justamente como el Dios que se acerca a nosotros, que se pone a la par. Un Dios que no nos envía al mundo y nos dice: ¡arréglatela como puedas! Dios, nuestro Dios, es un Dios que siendo el principio de todas las cosas, el principio de la misericordia y el amor no está lejos, sino que está cerca; no se individualiza en un lugar determinado, sino que comparte, se acerca a los sufrimiento y alegrías de las personas, es un Dios nuestro.
   
“Ámense unos a otros, como yo los he amado”

¿Que no pasa a nosotros? Siempre está la tentación de querer encerrarnos, siempre. A mirar desde arriba… lo cual devela nuestro miedo a la comunión, reza el dicho popular “se está mejor en casa”
Jesús aparece en el Evangelio con una sed de comunión, arrimándose al hombre en su necesidad, en su dificultad en sus búsquedas de la verdad ¿Cómo se arrima el Señor? Contemplemos la escena donde Jesús cura a la suegra de Pedro, podemos prestar atención a los verbos que usa el evangelista Marcos, para mostrar cómo actúa el Señor:

…Él se acercó, la tomo de la mano y la hizo levantar, entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos…

A partir de Jesús, nosotros contemplamos en su rostro, los rasgos humanos de Dios. Podemos acercarnos a Dios y aprender de las aptitudes, de los sentimientos, ver como El nos ve, mirada delicada y dulce, mirada misericordiosa como cuando se asoma a la ventana para ver si viene el hijo prodigo. Hagamos el intento acerquémonos y aprendamos de su mirada celestial. Así nos lo enseña, por ejemplo cuando habla en la Parábola de la oveja perdida, y muestra la búsqueda del pastor que llega a la única oveja, aun dejando las noventa y nueve: ése es Dios, ése es Jesús.

“La tomó de la mano”

 Llega hasta la necesidad misma del hombre, se hace uno con nosotros, Jesús se arrima a cada uno de nosotros. El tocar, el compartir, el hacerse uno con nosotros es propio de Cristo; no necesitamos ir a buscarlo, Él viene a nosotros. Lo buscamos porque Él nos busca primero. Jesús es un eterno buscador… “Amor que busca amor” reza una de las oraciones de la novena al Señor y Virgen del Milagro.

Miremos al generoso… dice Jean Vanier;  la generosidad consiste en arrojar semillas de bondad, en hacer el bien a los demás, en ejercer las virtudes heroicas, en dar dinero, dedicarse a los demás, etc. El generoso es fuerte, tiene poder, hace pero no se deja tocar, no es vulnerable.

“El se acerco y la tomo de la mano”

En la comunión uno se vuelve vulnerable, se deja tocar por el otro, es un tomar y dar amor, un reconocimiento mutuo que puede hacer brotar la celebración y la sonrisa o puede llegar a lo profundo con la compasión y las lágrimas.

“Y la hizo levantar”

 la cercanía de Dios dignifica, purifica, sana, Jesús nos sana, tiene la capacidad de levantarnos de nuestra enfermedad, complejos, miedos, imperfecciones, miserias, un pecado que te cuesta y que Jesús lo sabe y le pides; ¡ por favor, ayúdame, sáname! Jesús no vende recetas, no nos deja librado a la suerte, El llega hasta la raíz, hasta el dolor y nos SANA. ¿Lo crees?
¿Cómo estamos nosotros? ¿Cómo comenzamos este tiempo del milagro? tenemos luces y sombras, traemos heridas y enfermedades, esas que están en el corazón, y el Señor al arrimarse, y al acercarse nos va poniendo de pie, que es la posición propia del hombre. No se trata de aptitudes mágicas, instantáneas, simplemente es la compañía de un Dios que a veces se hace bastón, a veces nos levanta, a veces nos acompaña… pero así es Dios, no nos deja solo.

Dice el Evangelio que la suegra de Pedro, se puso a servirlos…

El signo de la salud, de la persona que se sabe digna y amada, recrea en su corazón la capacidad de servir.
Dios nos da la posibilidad de conocer a mucha gente buena, gente servidora, chicos o grandes, mujeres u hombres, ricos o pobres, gente que tiene capacidad de servicio y está atenta hacia el otro. Justamente un signo de cansancio… es cuando uno pierde la capacidad de servir. El hombre sano es capaz de servir, de mirar más allá de su preocupación y mirar el rostro del otro.
Qué bien nos viene cuando alguien simplemente se da cuenta y te dice: ¿estás bien? ¿Qué te pasa? Porque te atiende, te vio, te descubrió y tiene capacidad de servir; en el fondo es una persona digna. ¿Qué te pasa?

María Santísima Gloria de este pueblo, ayúdanos a ser misioneros de comunión como tú lo fuiste cuando presurosa corriste a servir a tu prima Isabel.

Vivamos con alegría este tiempo de Gracia, no tengamos miedo, de abrir nuestro corazón… EL nos escucha…

Señor acércate, danos la capacidad de servir, en lo pequeño, en lo sencillo, en nuestro alrededor, acércate dignifícanos. Señor del Milagro acércate

…Él se acercó, la tomo de la mano y la hizo levantar, entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos…

(Dedicado para Percyto, Cachi, Tere y Lia, Chango Dip, Los Jope)