Un fría mañana se levanta… un calor nace desde lo hondo del corazón
Alégrense, alégrense siempre en el Señor…
Siguiendo la estrella, caminando con la Sagrada Familia de Nazareth, comunidad de Fe, no tenemos que olvidar que el acto de creer tiene que transparentar la alegría de la Fe.
“Alégrate María”
Contemplando el anuncio del Arcángel Gabriel, podemos ver que antes de decirle lo que en Ella iba suceder, la invita a revestirse de alegría. La alegría es la puerta del anuncio de la buena noticia y también la consecuencia de vivir la Fe. El que cree recibí aquella bienaventuranza que atraviesa toda la historia pronunciada por Santa Isabel
“Feliz de ti por haber creído”
El Papa Benito XVI no enseña que “la fe nos libera del aislamiento del yo y nos lleva a la comunión: el encuentro con Dios es, en sí mismo y como tal, encuentro con los hermanos, un acto de invitación, de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás”
Imitemos a María Santísima, Ella no se queda en la noticia, supo escuchar al corazón y conmoverse, supo estar cerca, la cercanía es consecuencia de una fe fecunda en amor, que sabe hacer de la cercanía su identidad, su nombre, su misión: “y lo llamará con el nombre de Emanuel”
¿Qué es el cielo? Jesús ¿Que es el voto de la Alegría? Jesús
A medida que pasa el tiempo y vamos viviendo y experimentando el voto de la Alegría, vamos descubriendo como caras de un diamante que brilla con una luz que nos fascina día a día.
El otro día Percyto me decía que la alegría es voluntad y el
Chango Dip me decía que además era sentimiento, yo le agrego que también es don.
Sigamos entusiasmando junto con la Sagrada Familia de Nazareth
a todos las Familias la alegría y belleza de la Fe.
El entusiasmo, el fervor al cual nos llama el Señor, bien
sabemos que no puede ser el resultado de un movimiento de voluntad o un simple
cambio de ánimo. Es gracia... don gratuito, renovación, transformación profunda
que se fundamenta en el encuentro con
una Persona, Jesucristo, que un día nos llamó a seguirlo y que hoy, una vez
más, se hace camino con nosotros, para transformar nuestros miedos en ardor,
nuestra tristeza en alegría, nuestros encierros en comunión…
Leía por ahí que La palabra entusiasmo tiene su raíz en el
griego “en-theos”, es decir: “que lleva un dios adentro.”
Cuando nos dejamos llevar por el
entusiasmo, una inspiración divina entra en nosotros y se sirve de nuestra
persona para manifestarse. Ahora comprendo porque en la CcCD nos dicen que “fomentemos
la expectativa”
El entusiasmo es la experiencia de un “Dios activo dentro de
mí” para ser guiado por su fuerza y sabiduría. Implica también la exaltación
del ánimo por algo que causa interés, alegría y admiración, provocado por una
fuerte motivación interior. Se expresa como apasionamiento, fervor, audacia y
empeño. Se opone al desaliento, al desinterés, a la apatía, a la frialdad y a
la desilusión.
Señor “Mi corazón sabe que dijiste: Busquen mi rostro. Yo
busco tu rostro, Señor” Salmo 27,8 Sigamos con alegría fruto de la fe en Cristo
Resucitado “los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor”, (Jn.
20,20) dejémonos “iluminar de manera cada
vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo…” (Carta
Apostólica Porta Fidei)