lunes, 20 de diciembre de 2010

sombra del Padre


Dios, es un Dios que nos quiere, y se nos da porque nos quiere. En el darse a nosotros, la expresión más generosa, total y plena, es el Señor Jesús, Dios con nosotros. Este darse de Dios, este meterse del Señor en nuestra historia, en la persona de Jesús, fue confiada a la Virgen y a San José.

Maria, entregó con mucha confianza su vida, su persona a la acción de Dios, y le dio su seno para que Dios se hiciera hombre. En el “Sí” de María nosotros descubrimos todo el deseo de la humanidad, que quiere responderle “Si” a Dios. Pero Dios quiso que al “Si” de María lo acompañara el “Si” de un varón. Ese varón es San José.
San José, confiando en el Señor, en Dios y confiando en su prometida, acompañará a Jesús, como padre adoptivo, custodiando su dignidad y convirtiéndose en la sombra del Padre. El fue madurando esa misión de ser la sombra del Padre Dios, que custodiaba al Hijo, en la más pura fe, con una entereza verdaderamente admirable, con un gran amor.

Se puede ver como en el evangelio en José, se expresa el corazón del hombre justo, y como en el mismo José ese hombre adquiere su plenitud en un amor total, que lo lleva a decir: “Si”, y custodiar a María y a Jesús.
El es un hombre justo, que se enfrenta a un misterio que no entiende, su mujer y prometida, con quien no ha convivido, aparece embarazada, es por tanto, el misterio de la vida. Si el respondía a los criterios de la época y de la ley, tenia que repudiarla. El riesgo era, que Maria Santísima iba a morir apedreada.

Dice el Evangelio, que “como era un hombre justo, decidió abandonarla en secreto”, porque no quiere herirla. Sin embargo, en San José prevalecerá el amor, que brota de la confianza en la Palabra. Es la Palabra que llega a través del Ángel, para decirle “No tengas miedo de recibir a María, porque lo que hay en ella es obra del Espíritu Santo”, y sólo confiando en la Palabra, en el Dios que es mas poderoso de lo que puede ver, ama y el amor se hace un acto de respeto y de confianza,

La figura de San José aparece como una propuesta de vida para hacernos servidores de la vida. Él se enfrenta con un misterio que lo supera, donde está la vida y la respeta, la custodia y la ama y desde su corazón de varón fiel. La paternidad adquiere un sentido profundamente humano en el corazón de José, porque es el amor la fuente de la vida.
En una época como la nuestra, que se caracteriza por el miedo a la vida, la figura de San José, es una llamada a ser respetuosos del misterio de la vida. Los hombres sucumbe con mucha facilidad a la tentación de mirar para otro lado; en José descubrimos al hombre que se implica, totalmente ante la vida y al servicio de la vida, que custodia a Maria, que es su prometida (después su esposa) y a este niño que es el Hijo de Dios, el Dios con nosotros, el Señor Jesús, el Verbo hecho carne.
Este compromiso de José con el Hijo de Dios y con la vida humana, lo convierte en modelo para todos los varones y para todos los seres humanos

Que nuestro cariño por él, se haga compromiso de vida; que nos ayude a descubrir la misión del varón en la casa, del padre de familia, del esposo y que sea un estímulo para los muchachos que están en edad de noviazgo, a aprender de San José a respetar a la mujer (las chicas también tienen que respetar a los muchachos y hacerse respetar). Aprendamos de verdad a apreciar la vida, desde el corazón de San José.