Hizo del silencio su morada y nadie escucho su grito en el viento. Así como el arroyo conoce el mar antes de alcanzar la desembocadura, así los humildes lo descubrirán en sus huellas perfumadas. Todavía continúa caminando entre nosotros. Al anochecer, envuelto en el manto del silencio, derramando a su paso luceros, estrellas y semillas. Qué hermoso misterio…
(El Pobre de Nazareth - P. Larrañaga)